Celos (2/5)

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Viktor ha estado entrenando a Yuuri desde hace unas semanas, y sin embargo, sentía como si sólo estuviera empezando a conocer a su alumno.

Hace un momento, le había preguntado sobre qué quería que fuera para él: un amigo, un novio, o simplemente un entrenador; y Yuuri simplemente le había respondido que lo quería a él.

Se sorprendió de que no hubiera captado la indirecta.

Después de todo, Yuuri seguramente sentía lo mismo por él, después de todo, en el banquete se lo había demostrado. La forma en que el menor lo abrazó mientras se refregaba contra él. También la forma en la que sus ojos brillaban mientras le pedía a Viktor que sea su entrenador si ganaba la competencia de baile.

(Aunque ese tipo de danza debería de estar prohibida. Se iba a llevar esos recuerdos de su cerdito bailando pole dance a la tumba.)

Pero ahora, cuando se sentaron en el parque con Yuuri y Makkachin, el primero lucia como desinteresado. No, desinteresado no era la palabra correcta. Era... no se animaba a dar la iniciativa. Él era el que siempre lo tocaba en cuanto podía con la excusa de conocerse mejor, y Yuuri simplemente se dejaba llevar y le hacia saber cuando ya era demasiado, normalmente no de una manera directa, pero con algunas acciones que le indicaban a Viktor el cuando detenerse.

Yuuri (sobrio) nunca iniciaba nada. Y él no entendía el por qué.

Era algo frustrante.

El dueño de sus pensamientos estaba acariciando la cabeza de Makkachin, y este, en respuesta movía su cola feliz. Una sonrisa aparece en el rostro de Yuuri y Viktor siente que está a punto de derretirse en el suelo si sigue viendo.

Ojalá lo mirara a él también de esa forma.

Yuuri se inclinaba hacia el caniche, hablándole como si fuera un bebé, y se volvía antes de que el can le lamiera el rostro. Pequeñas arrugas se formaban en los costados de sus ojos al cerrarlos, cada vez que se alejaba de su perro, con sus mejillas levemente enrojecidas.

Viktor mira la escena en estado de shock, la comida que acababan de comprar había quedado completamente olvidada en la mesa de picnic frente a ellos. Yuuri coloca a Makkachin sobre su regazo y continúa rascándole y acariciando. Makkachin en ese momento, amaba a Yuuri, se notaba. Aunque  siempre solía ser cariñoso con cualquiera que le diese afecto (o comida.)

Pero era injusto. Completamente injusto.

-¿Yuuri?

El nombrado echa un vistazo a Viktor antes de volver su atención al animal.-¿Hmm?

Muerde su labio inferior al ver que el pelinegro no lo miraba.

-¿Quieres hablar de la música para tu rutina?

Este asiente y suelta a Makkachin, dejando que bajara de un salto de su regazo y vuelva al suelo. El caniche mira al japonés, lloriqueando por más atención. Este se sonroja un poco más.- Creo que le gusto.

Viktor ama a su perro, por supuesto que lo hace, pero en este momento quería que Yuuri le prestara atención a él. No al animal.

-Sí, ahora, podemos hablar de la rutina.

Mira al menor, sus ojos todavía siguen viendo a Makkachin, y no es que Viktor busque la atención de su cerdito... bueno, tal vez un poco, pero ahora se siente algo molesto. No está muy seguro del por qué. Quizás es porque cada vez que su perro estaba alrededor, Yuuri, automáticamente le prestaba toda su atención al can. Y eso le enojaba.

Oh.

Celos.

Así que esa era la palabra.

La risa de Yuuri lo saca de sus pensamientos. Y Viktor nunca deseó con tantas ganas ser un perro ahora mismo.

Pequeños momentosWhere stories live. Discover now