Celos (1/5)

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Katsuki Yuuri se iba a volver loco.

Viktor Nikiforov, su ídolo, estaba tumbado en el suelo de su cocina. Con la bata del hotel algo desarreglada, dejando ver su pecho y parte de su abdomen, uno pálido pero bien trabajado. Yuuri lo observaba con los ojos más abiertos de lo normal, preguntándose si en algún momento esa fantasía desaparecería.

(Si, porque de seguro esto era un sueño, si, tenia que serlo. Pues no había manera de que su ídolo hubiera aparecido desnudo en las aguas termales diciéndole que a partir de ahora iba a ser su entrenador. No, no era lógico. Desaparecería en cualquier momento.)

Uno de los brazos del ruso descansaba encima de su pecho y el otro estaba envuelto alrededor de su fiel perro, Makkachin.

Vuelve a pellizcarse el brazo como por quinta vez en lo que llevaba observándolo y suelta un leve quejido por el dolor.

Viktor suelta un suspiro, aún entre sueños y se gira para abrazar más fuerte al can. El menor da un paso atrás, chocando contra el mostrador de su cocina y golpeandose la cabeza contra uno de los almacenes. Suelta un quejido y frota la zona golpeada. Viktor vuelve a suspirar y rueda, de nuevo, pero esta vez, quedando cerca del pobre Yuuri.

Este queda rígido. De seguro Viktor estaba por despertar. Traga y sacude la cabeza, todavía frotando lo que probablemente terminará siendo un chichón bastante grande.

El mayor murmura algo todavía en sueño-ruso, reconoce al instante- y puede ver que hay una sonrisa en sus labios mientras se aferraba más al perro que no parecía ni inmutarse ante todo el movimiento.

Yuuri puede decir con orgullo que nunca antes había deseado ser un perro.

Antes.

Su, ahora entrenador, estaba a punto de despertar y él seguía ahi parado. Iba a darse cuenta de que lo estuvo viendo dormir. Diablos, lo iba a tomar como un maldito pervertido. Tenía que salir de ahí. Pero... ¿Y si Viktor lo ve justo en su huida? ¿Qué pensaría entonces?

Sentía la adrenalina apoderarse de su cuerpo. ¿Qué hacer?

Viktor vuelve a acomodarse.

Los mechones platinados de su flequillo chocan contra su párpado y la bata se desarma aún más. Dejando ver parte de sus brazos y espalda, mostrando su piel tentadoramente suave junto con sus delgados dedos que se mezclan entre el pelaje de Makkachin.

Traga y vuelve a sacudir la cabeza, alejando esos pensamientos. Yuuri puede decir con orgullo que nunca antes había deseado ser un perro antes.

Palabra clave: antes.

Pequeños momentosWhere stories live. Discover now