Capítulo 6

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Abigail una vez vestida, aún no se sentía lista para bajar, así que se quedó en la alcoba que le habían asignado. Mirando las llamas de la chimenea pensó en todo lo ocurrido, si creía en esa historia de la maldición... sus padres habían muerto por ser Macgregor y ella misma estaba condenada a morir al llegar a los veinte años. Era una locura pensar que estaba en el siglo XVII viviendo con sus antepasados por haber atravesado un portal; se sentía como si una losa se hubiera instalado en su pecho y le costaba hasta respirar, quería que todo volviera a ser como antes; volver a ser niña y tener de vuelta a sus padres para decirles que los amaba todos los días de su vida.
Alisa subió a buscarla; abrió la puerta, miró en el interior de la habitación viendo a Abby iluminada por el fuego del hogar y de pronto se detuvo.

- Oh Abby, no sabes ponerte el tartán? Te ayudo si quieres!

- Qué? - dijo ella saliendo de esos pensamientos tan tristes.

- Ven, que te ayudo!

Alisa la ayudó a colocarse el tartán Macgregor alrededor de la cintura y uno de los extremos sobre el hombro, la tela quedó ajustada con un cinturón de cuero trenzado.

- Lista - dijo Alisa - no debemos hacer esperar al laird Duncan. Dicho sea de paso, Bruce y Sloan están con él; te advierto que ninguno de ellos parece feliz!

Cuando llegaron al último escalón vieron a los hombres que aguardaban en el extremo más lejano del salón. Los tres estaban cuchicheando en voz baja y en ese momento giraron la cabeza viéndolas a las dos; sorteando a las personas llegaron hasta ellas.

- Estás bien? - dijo Duncan.

Abby negó con la cabeza rascándose la nuca; Duncan al verla así se la llevó a un aparte y Bruce los siguió dejando a Sloan con Alisa.

- Ahora sí, dime que te pasa Abigail - dijo Duncan.

- E estado pensando en la historia que me contó Alice - dijo mordiéndose el labio.

- Y... - dijo Duncan instándola a seguir.

- No quiero... no puedo creerla - dijo andando de izquierda a derecha - es imposible, yo en otro siglo conviviendo con mis antepasados condenados por una maldición que afecta a todos los descendientes... que yo sea la última, mis padres muertos y encima voy a morir al cumplir los veinte! Es demasiado - dijo agarrándose la cabeza angustiada.

Duncan la vio tan vulnerable que la abrazó.

- Escúchame bien - dijo apartándose alzando su barbilla - ninguna descendiente mía se rinde; no voy a permitir que mueras! Vamos a averiguar quién es el traidor y encontraremos a la bruja para que deshaga la maldición; es una promesa, has oído?

Abigail lo vio tan convencido que suspirando asintió.

- Y ahora vamos al salón que Kristine debe estar buscándome por haberla dejado sola - dijo Duncan llevándola de la mano.

Bruce la rozó la otra mano cuando pasó delante de él.

- Entonces tengo que llamarte tatara... abuelo? - dijo Abby con un atisbo de sonrisa.

- De eso ni hablar señorita - dijo Duncan señalándola con el dedo haciéndola parar; en el proceso Bruce chocó con Abby y aprovechó para sentirla más cerca - de abuelo nada; llámame Duncan, estamos?

- Entonces tú puedes llamarme Abby - dijo asintiendo seria.

Duncan y Bruce sonrieron y se adentraron al salón. Durante las dos horas siguientes, Abigail permaneció de pie en la escalinata con Duncan a su lado recibiendo a cada uno de los hombres que se acercaban para saludarlos. Bruce se quedó detrás de ella y cuando Abby comenzó a mostrar señales de cansancio, pasando su peso de un pie al otro, insistió en que se reclinara contra él.
Muchos miembros del clan habían llevado consigo a sus esposas y Abby pudo ver que todas las mujeres miraban a Duncan con respeto y a Bruce y a Sloan con ojos deslumbrantes.
Como harían para saber quién era el traidor?

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