Capitulo I

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"Nadie puede medir sus propios días, hay que resignarse. Sucederá como desee la providencia"

Louis o mejor conocido como la princesa Lou, salió de su habitación muy temprano, antes de cualquier sirviente se levantará, era su día especial y no lo dejaba pasar por nada del mundo. Se escabullo por los corredores con su largo y esponjado vestido en tonos rosas pastel utilizando una capucha para prevenir de que alguien lo viera. Tomo el caballo de su hermano mayor y se puso en marcha al horizonte.

Louis sentía el aire frio golpearle la cara cosa que lo hacía realmente feliz y libre.

Pocas eran las veces que tenía la oportunidad de salir del palacio y sentirse como una persona normal.

Pero, aunque pudiera salir solamente una vez al mes, lo hacía muy feliz. Sentía como si nada importara, como si pudiera comerse el mundo a mordidas. Al salir del palacio se sentía como un chico, como un hombre, no como la princesa.

Como era su costumbre, Louis anduvo en caballo por aproximadamente una hora, hasta que llego a un hermoso manantial que se encontraba rodeado de árboles y nadie en el reino lo conocía, por eso era su lugar especial, porque ahí podía estar sin nada de ropa y no tenía por qué preocuparse de nada.

El pequeño omega se bajó del caballo y lo ato a un árbol para que no se fuera.

—Ahora vengo—comento Louis acariciándole el lomo—No tardare ¿De acuerdo? —el castaño sonrió.

Le quito una bolsita que le había colgado aun lado. El castaño camino hacia la orilla del manantial y se sentó en el piso sin importarle ensuciarse su lujoso vestido.

El omega abrió la bolsita y saco un bocadillo que había robado la noche anterior, lo metió a su boca y lo comió tranquilamente. Eso lo hacía feliz, sentarse tranquilamente a comer, sin que nadie lo estuviera observando sobre sus modales ni nada por el estilo.

Louis soltó un gran suspiro. Termino su bocadillo y se tiro en el piso mirando como los árboles se movían al compás del viento. El castaño extendió las manos en el aire sintiendo como este pasaba por sus dedos.

—Desearía poder volar—susurro Louis.

Los minutos pasaban y Louis seguía recostado. No quería hacer nada, solamente perderse por algunas cuantas horas o tal vez todo el día. Su madre sabía lo que hacía y no se lo impedía, inclusive hasta lo ayudaba, ella sabía perfectamente bien que su pequeño necesitaba por lo menos un día de descanso.

Y por esa y muchas razones más Louis adoraba a su bella madre, era muy comprensiva.

Louis observo el amanecer por los árboles, el cielo se ilumino. Lucían tan azul como siempre con algunas cuantas nubes que no opacaban su belleza, al contrario, lo hacían lucir más hermoso.

Después de un par de horas, Louis se levantó del piso, y decidió que sería una buena idea nadar un poco, el clima estaba perfecto, aunque el aire soplaba un poco pero eso era lo de menos, quería meterse al agua helada y permanecer por mucho tiempo hasta que sus deditos se hicieran arrugados.

El omega se quitó la capucha, la doblo perfectamente y la dejo junto a una roca, prosiguió a quitarse la peluca rizada castaña, rasco un poco su cabeza y comenzó a quitarse el vestido, lo dejo caer en el piso y se quitó el corseé que llevaba que por cierto apretaba muchísimo, las medias y zapatillas las dejo de lado.

Al final solamente se quitó su fondo para quedar completamente desnudo.

Louis camino hacia el agua metiendo primero un pie, sintió un gran frio recorrerle el cuerpo. se estremeció solamente un poco y después decidió meterse por completo, suelto un gran suspiro al sentir al agua fría, pero en poco tiempo se acostumbró a ella y comenzó a nadar de un lado a otro.

The Secret of Queen Lou- Larry StylinsonWhere stories live. Discover now