22 (largo)

571 57 29
                                    

La manada Novak era de las que no se quedaba en un lugar por mucho tiempo, pero, a pesar de ello, su hijo menor, de tan solo 4 años, tenía una habilidad intachable de lograr hace nuevos amigos allá donde fueran. En cambio, el resto de sus hijos, mucho mayores que Castiel, estaban empezando a formar sus propias manadas. 

Castiel se encontraba en el parque, uno de sus lugares favoritos. Estaba  observando cómo las abejas iban de flor en flor, cuando un niño chocó contra él, causando que el primero se cayera a un charco de agua.

-Lo lamento mucho- escuchó la voz de un extraño mientras ayudaba a levantar al niño que se encontraba en el agua -. Soy Dean Winchester.

El niño de ojos azules lo observó por bastante tiempo antes de atreverse a hacer nada. Después de varios segundos en incómodo silencio, le tendió la mano mientras pronunciaba su nombre.

-Castiel...Castiel Novak.

-Es un nombre singular. Mejor te diré Cas.

Era la primera vez que le acortaban el nombre de manera afectuosa sin ser un familiar.

-¿Qué es lo que hacías?- pregunté el cachorro de ojos verdes.

-Observaba las abejas, son muy interesantes.

-¿Te gustaría jugar conmigo? He traído muchos autos de juguete.

-Claro, me encantaría.

Y así fue como comenzó  su amistad.


Habían pasado diez años desde que que Dean y Castiel se conocieran. Increíblemente,  la manada Novak no se había mudado del condado de Kansas. Al parecer, su hijo no quería irse de aquel lugar, logrando que sus padres no le hicieran mudarse. La manada Novak no solo quiso quedarse por las variadas áreas verdes,sino también por la escuela en la que se encontraba su hijo. Además, su hijo había logrado tener algunos buenos amigos que sin duda eran leales entre ellos. No obstante, siempre ocurren algunos pequeños percances o, mejor dicho, uno grande y fatídico. 

Hace unos cuantos meses, la manada Winchester, a la que pertenecía Dean, sufrió un terrible accidente. Su padre John, su madre Mary y un hermano en camino a nacer, murieron en un accidente de tránsito donde su auto se prendió en llamas y ninguno logró salir del auto. Murieron quemados. Por suerte o, más bien, desgracia de Dean, él no murió por estar en casa de Castiel. Ellos dos se encontraban viendo una película de vaqueros, que Castiel había comprado para verla porque sabía que era la trama favorita de Dean. 

En el instante en que Dean se enteró de la muerte de su familia, no supo qué hacer ni en qué pensar... Tan solo lograba maldecirse a sí mismo por no estar en el auto con ellos.

Castiel solo atinaba a abrazar a Dean y apretarlo contra su pecho. Dean no sabía por qué siempre que estaba con Castiel lograba tranquilizarse. Las lágrimas que al principio no parecían tener fin se iban apagando lentamente. La manada Novak no dudó ni un segundo y decidió  agregar a Dean a su manada. Ellos se habían acostumbrado a tenerlo rondando en su casa debido a la amistad que compartía con Castiel, por lo cual no sería un cambio tan terrible para ellos criar a un cachorro más. Por eso no dudaron en darle una habitación y un lugar al cual Dean podría llamar hogar.

Dean estaba muy desarrollado. Tenía una gran masa muscular debido a los grandes entrenamientos al que se sometía. El deporte era una de las maneras que le ayudaban a no pensar ni sufrir tanto por la pérdida de su familia. Mientras Castiel, que también tenía un gran cuerpo que parecía esculpido a mano, se dedicaba a esconderlo en suéteres debido a sus constantes ataques de frío que le deban a menudo; Dean practicaba la mayoría de los deportes de su escuela en la cual era capitán de fútbol, Castiel prefería el camino más artístico, por ende, tenía un gran piano de cola en casa en el cual podía pasar horas sin darse cuenta del paso del tiempo desde que se sentaba hasta que  lograba encontrar el ritmo perfecto de cada pieza de música que caía a sus manos y que moría por ser interpretada.

I need uWhere stories live. Discover now