Capitulo 23.

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Horas más tarde

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Horas más tarde...

Nos encontrábamos en el hotel "Condado Vanderbilt Hotel" en Puerto Rico había viajado hoy mismo porque mañana Alexander tendría que tener una reunión muy importante sobre un complejo turístico que estaba construyendo en uno de los pueblos de aquí. El hotel era hermoso, elegante y muy glamouroso...muy del estilo de Alexander. Nos estábamos hospedando en una suite obviamente y la habitación era simplemente hermosa. Daba vista a la piscina que a poco paso quedaba la playa

―¿Te gusta?―me preguntó abrazándome por las espalda mientras me rodeaba la cintura con los brazos y colocaba las palmas de su manos abierta sobre mi vientre.

―es bonito―dije mientras veía la hermosa puesta de sol desde la ventana―¿es tuyo?―pregunte

―No―dijo y sentí como recostaba su barbilla sobre mi hombro izquierdo―no por completo, soy accionista de este hotel y otros más.

―Oh―dije encogiendome de hombro contrario.―¿y vas a construir aquí otro hotel?―pregunte.

―Ya se está construyendo un nuevo hotel―dijo y deposito un beso en mi hombro―Qué tal si cenamos fuera del hotel. ¿te gustaría?―sugirió mientras dejaba un camino de beso por mi cuello, yo ladee la cabeza hacia un costado para darle mejor acceso.―podemos comer algo rico y luego... ―hizo una pausa y ya me imaginaba lo que quería decir "y luego regresamos a la cama" pero en lugar de eso dijo.―hacer lo que tu quieras.

―me encantaría.―dije sonriendo.

Sentí como sus manos se deslizaban desde mi vientre está el borde del vestido corto que llevaba puesto y dejaba gran parte de la piel de mis muslo descubiertas. Poso ambas manos abierta sobre mi piel, desde allí comenzó a ascender tocando mi piel con la yemas de de sus dedos y utilizando también sus uñas , que cortas como estaban ejercen cierta presión sobre mi piel mientras me arañaba y subía por debajo de la vela del vestido. Su labios seguía en mi cuello tratando un cambio de beso y mordisco en este. Yo ladee la cabeza para darle mejor acceso y poder continuar disfrutando de la sensaciones que hacía que mi piel se erizara, esta que sentí como las manos de Alexander llegaban hasta lo más sensible de mi piel. Por puro acto reflejo junte las piernas para impedir su avance, cosa que era de lo más estúpido porque yo más que nadie quería que continuara. La mano derecha de Alexander salió de debajo de mi falda, para subir a mi cabeza y e sujetaba por la coleta que tenía hecha. Jalo de ella con fuerza pero sin hacerme daño y yo gemi.

―Abre la piernas―me ordenó susurrandome al oido, su voz y manera de hablar era suave pero se notaba su autoridad que siempre predominaba en su persona.

Yo no puse mas objeción y obedecí encada de la vida. Su mano izquierda al no estar obstaculizada continuó su camino hacia lo más íntimo de mi ser y allí comenzó una ferviente tortura.  Sus dedos entraban y salían de mi haciéndome estremecer de placer. Arque la espalda y solté un largo suspiro.

Un canalla arrepentido [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora