Capitulo 45.

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Alexander Pov

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Alexander Pov.

Si tuviese que enumerar en una lista los peores momentos que paso a lo largo de mi vida. Antes hubiese dicho que haber visto a Ingrid suicidarse ante mis ojos hace dos años había sido lo peor que había visto en mi vida, lo más frustrante algo que difícilmente podría olvidar. Pero definitivamente ver a Kimberly echa un mar de las lágrimas y peor aun a sabiendas que no podía hacer nada para evitarlo por que era por mi puta culpa. Apartir de ahora encabezaba mi lista como si fuese un letrero de neón que dijese: ¡Ya estará contento Harrison, hiciste llorar a tu esposa! Ahora me daba cuenta que eso que decía era cierto: "una mujer echa un mar de lágrimas es mucho más atemorizante para un hombre que la noticia de un tsunami que se aproxima. Tanto que daríamos cualquier cosa para no esta presente cuando ocurre". Era eso exactamente lo que yo sentía: temor a no poder consolarla, frustración e impotencia. Se suponía que este viaje seria para pasar tiempo junto antes de que naciera mi princesa y yo hubiese querido que ella no descubriera lo del maldito tumor pero eso ya estaba más que jodido y ella de paso no solo estaba: dolida, ofendida, indignada sino que de paso está furiosa conmigo para acaba de joderme la puta existencia.

―Kimberly, por lo que más quieras deja de llorar―prácticamente le suplique mientras la abrazaba y acariciaba su cabello―Por favor amor―le pedí y me incline para besar su asiento.

Lo que me tenia mas frustrado era su llanto. ¡Dios! ¿acaso eran las hormonas? ¿Por qué lloraba tanto? Yo antes no tenia por que lidiar con situaciones como esta, pero cuando uno se compromete seriamente en una relación debe aguantar este tipo de cosas. Pero antes, las cosa no eran así antes yo simplemente me hubiese dado media vuelta sin importarme nada. Porque sabía perfectamente que si  le hacía caso a cuanta mujer loca se me echaba a los brazos a llorar o se tiraba al suelo para hacer una rabieta cada vez que me aburriera de ellas. Hubiese salido perdiendo, por esa razón yo siempre emprendería la graciosa huida y las ignoraba a todas esta que se le pasara el ataque y comprendiese que solo había sido un simple intercambio de placer sexual y nada más.

Porque muchas veces cuando uno escucha a un mujer llorar no sabe discernir si sus lágrimas son sinceras, si son una estrategia para manipular a los hombre o si llora simplemente porque es naturaleza femenina. Pero en caso de Kimberly yo si sabia que lagrimas no solo eran sincera sino que ella más que llorar de dolor, lloraba de coraje, de rabia. Está furiosa conmigo por haberle ocultado lo que estaba sucediendo se lo veía en sus ojos y si algo sabía de mujeres era que esta no me la iba a perdonar tan fácilmente, necesitaria mas que una caja de chocolates para lograr que se reconciliara conmigo. Pero en este momento yo lo que más deseaba era que parase ya de llorar. Uff, no soportaba ver el rostro de muñeca de Kimberly cubierto con tragos de lágrimas sobre la piel de su mejillas, sus ojos enrojecidos e hinchados por tanto llorar y aquellos ojos verde avellana mirando me con dolor, enojo y algo que me parecía....¿compasion?

Una verdad que yo hubiese querido ocultarle esta el final y me preguntase eso mismo le diría. Yo sabía que lo correcto y lo mejor hubiese sido que desde el inicio me hubiese mantenido alejado de ella para no herirla, para no ser un cabrón que le jodiera la vida. Pero no lo hice, me empecine:  ¡Me empecine con ella! con su dulzura, con alegría, con su inocencia, con su cuerpo tan hermoso, con el olor de su piel, con sus labios. ¡Perdí la cabeza por ella! y a pesar de todo no podía, no quería dejarla. ¡Pero me mataba verla así! Me mataba más verla llorar que el maldito tumor que me estaba consumiendo poco a poco.

Un canalla arrepentido [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora