Capitulo 31.

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La estilista me había arreglado el cabello no había querido nada elaborado ni que me diera dolor de cabeza así que solo me hizo un semi-recogido flojo, en bucles con trenzas

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La estilista me había arreglado el cabello no había querido nada elaborado ni que me diera dolor de cabeza así que solo me hizo un semi-recogido flojo, en bucles con trenzas. Mi maquillaje era sencillo pues como decía la novia debe lucir: "fresa, natural, pura y casta". MI madre me había comprado una sencillo collar plateado que tenía un dije con forma de luna menguante color azul oscuro. Ese era mi algo azul, mi abuela me había prestado una liga blanca que había usado en el muslo el dia que se casó con mi abuelo. Que eso fue hace cuchucientos años atrás, ese había sido mi algo viejo.

Mi madre llevaba puesto un largo vestido color plateado y el cabello suelto, mi abuela por el contrario llevaba un elegante vestido hasta las rodillas color curuba. Las dos se veían bellisimas, las dos mujeres más importantes de mi vida y las que sin ellas yo no sabría como vivir. Y hoy que era el dia mas importante de toda mi vida, apesar de nuestras diferencias las tenia junto a mi como siempre había estado desde el momento en que yo nací.

―Nada de lágrimas―intervino mi abuela pasandonos los brazos por encima de los hombros de mi madre y los míos―eso solo para las fotos y claro está sin que se corra el maquillaje. Porque lindas nos vamos a ver todas marcas delineando regado por los cachetes―eso me hizo sonreír y asenti.

―tienes razón―dijo madre, que soltó un exhalación pesada y abrió los ojos grandemente mientras agitaba su mano derecha cera para echarse aire como si de esa manera pudiera reprimir.―tengamos que estar de espectaculares para la fotos.

―exactamente―mi abuela sonrió―porque ¡Yo, Abigail Claire Bonnet! jamás y nunca permitiré que mi única nieta que esta apunto de casarse con un multimillonario, haga su debut ante la alta sociedad viéndose menos que cómo misma reina de Castilla.―dijo haciendo un gesto en el aire con la mano―¡habrase visto!―dijo hablando con un falso pero bien pronunciado acento español.

―Oh por Dios, te perdimos Abi―dijo Sam negando con la cabeza y riendo. Samantha era mi dama de honor. Y literalmente le hacía honor al título porque se veía sencillamente espectacular, tenía su cabellera rubia en elegante trenzada, su maquillaje era sencillo. Y llevaba puesto un precioso vestido asimétrico corto hasta la rodilla de encaje y charmeuse color lavanda, con un lace de cinturón de satén sash del mismo color lavanda. En su mano izquierda llevaba puesto el corsage que tenía dos pequeños capullos de tulipanes también de color morado.

Mis otras damas tenía un estilo de vestido diferente. Los vestidos de Monique y Sophie-Anne eran del mismo color lavanda pero eso vestidos eran en gasas, tenía una flor en el hombro izquierdo. Al igual que el vestido de Sam, los vestidos eran asimétricos con escote en el hombro y corto hasta las rodillas. Sus peinados eran similares al de Sam pero ellas no llevaba corsage en las muñecas.

―Bueno ya bajemos.―dijo Sophie―o el novio a la mera hora se arrepiente y cancela la boda.

―No creo que se atreva a tanto―dijo Monique―Harrison me da la impresión de ser suicida, pero debe estar impacientando.

Un canalla arrepentido [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora