Un Pequeño Príncipe con Grandes Retos

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—¿Por qué quieres que tu hijo participe en algo asi? ¡Es demasiado pequeño aun!

—¿"Pequeño", dices? ¡Es su deber! Tiene que empezar a entrenarse y a luchar. Entre más joven comience sus habilidades irán creciendo a la par de su estatura. ¡Alexander participará en el torneo! ¡Sácalo de debajo de tu falda!

La reina Helena estaba muy indignada tras las palabras de su orgulloso marido. El rey Georgei III quería ver a su vástago en el "Torneo de Caballeros", que era el espectáculo central de las festividades del Solsticio de Verano. No era poco común que participasen hombres desde muy temprana edad, ya que era un requisito obligatorio que desde niños comenzarán a prepararse en armas para defender al reino ante cualquier posible invasión, o para estar prestos de servir en el ejército de Thesa.

El problema era que el príncipe nunca había sido entrenado. La reina le sobreprotegía y le consideraba aún muy pequeño y frágil para los rigurosos entrenamientos. Además que no faltaría oportunidad para que sus enemigos atentasen contra su vida, aprovechando cualquier simple descuido de los guardias.

—¡Quita esa cara, mujer! Estará con otros pequeños de su edad, ¡nadie piensa ponerlo a luchar contra un experimentado guerrero! —comento el rey riendo a gran voz.

La hermosa reina Helena seguía enojada, pero disimulaba ante su marido. Este la abrazó y comenzó a acariciar su rostro, ella era su bendición y su maldición, y él estaba consciente de eso. No obstante, la amaba y la necesitaba; al punto que se dejaba manipular por ella, aunque no siempre le dejaba salirse con la suya, como en esa oportunidad.

***

—¿Quién crees que gane el "Torneo de Caballeros"? Yo creo que lo hará Lord Hopkin, "El barbudo". ¡Es muy fuerte! ¡Lo he visto partir un tronco de un árbol con sus manos!

—¿En serio? ¿Alguien puede ser tan fuerte?

El príncipe Alexander y su amigo Yrian conversaban bajo un frondoso Olmo, ambos recostados de la hierba y mirando el cielo. Cada tarde se encontraban y luego de juguetear por los jardines, se alejaban lo más que podían del palacio hacía un bosque cercano. Luego que el príncipe encontrara el pasadizo secreto, le había sacado bastante provecho, ya que podía escaparse a gusto o espiar en algunas partes del palacio hasta donde llegaban los estrechos túneles. Pero debía regresar a tiempo antes que su maestro o Eda aparecieran o se vería en graves problemas.

—¿Te imaginas lo que podría hacerle a un hombre? ¡Yo creo que Lord Hopkin podría arrancarle la cabeza alguien con sus propias manos! — Yrian no escondía su fanatismo por el enorme caballero.

—¡Pero olvidas al general Milosh, "El Caballero Blanco"! ¡Es el hombre más hábil del ejército de mi padre! Yo escuché decir que "El Caballero Blanco" que en la guerra contra los barbaros acabó el sólo con más de trescientos...

—¿Más de trescientos hombres? ¡Eso no puede ser cierto! Bueno...no me imagino como los vencería.

—¡Tonto! No me refiero que los mató a la vez a los trescientos, pero si mato a muchos de un solo golpe. Él le ganará al barbudo Hopkin.

—Si usted lo dice, alteza...

Yrian quería mucho al príncipe, pero sobre todo lo respetaba, su palabra era casi "la ley" para el niño. Pero al ver la posición del sol, Alexander notó que ya estaba sobre la hora en la que debía regresar al palacio. Asi que se levantó muy apresurado para regresar al pasadizo.

—¿Ya se va, alteza?

—Sí, Eda ya debe estar por despertarme.

—¿"Despertarle"?

"El Príncipe Bastardo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora