El Príncipe Humillado

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—¡Alteza!

Los niños se dieron vuelta y vieron a los guardias del rey tras sus espaldas. Sin más, sujetaron a Alexander del brazo y lo apartaron de Yrian.

—¡Suéltenme! ¡Sólo quiero ver cuando premien al "Caballero de Plata"!

—Su majestad está muy preocupada por usted, debe venir inmediatamente con nosotros.

Asi arrastraron al príncipe fuera de la tienda de Agust. Yrian se sintió triste al ver que ya no podría estar al lado de su señor, pero al menos lo vería al día siguiente si este lograba escabullirse como lo hacía todas las tardes.

Al ver que traían a su hijo, la reina se acercó a los guardias y se inclinó para abrazar a Alexander. El príncipe cambió su mal humor al sentirse en el pecho de su protectora madre. En seguida ella pasó su mano por su rostro y su cabello, estaba angustiada tras haberlo visto ser golpeado en ese encuentro.

—¿Estas bien, mi pequeño? ¿Estás lastimado?

—Sólo un poco, madre. Pero ya estoy mejor...

—¡Tu padre es un salvaje! ¡Un bruto igual que el resto de sus hombres! Exponerte a semejante peligro, a ser maltratado de esa forma tan degradante en público. ¡No te preocupes, mi niño! ¡No volveré a permitir que cosa semejante te acontezca!

—Pero, madre... ¡Tengo que aprender a combatir! ¡Si no puedo pelear me matarán! Phillipe dijo que lo haría, que me mataría.

—¿Phillipe te dijo eso?

—Si. Dice que soy un bastardo y que él debe reinar porque si tiene sangre real.

—¡No le creas! ¡Es un envidioso! ¡Un patético igual que su padre! Pero no temas, nadie va hacerte daño, yo nunca lo permitiré.

Helena le dio un beso al príncipe en la frente y tomándole le mano le llevó al carruaje donde saldrían de regreso al palacio. La reina no se quedó a presenciar lo que quedaba del espectáculo de la arena, ya que estaba harta de todo eso. En cambio el rey Georgei y sus hombres siguieron bebiendo y celebrando rodeados de los caballeros y soldados que asistieron al Torneo. Al lado izquierdo del rey el general Milosh, y de su lado izquierdo el ganador del Torneo, el "Caballero de Plata" Kazimir. Pero eso no era nada raro ya que años atrás Kazimir fue el general precediendo a Milosh y siempre fue el hombre de mayor confianza del rey. Este estaba muy alegre por su regreso y no había mejor forma de hacerlo que ganando el famoso torneo.

Pero Milosh estaba por demás incomodo por su presencia. Ante su antiguo señor de armas, él se sentía desplazado. Y no dudaba que el rey le ofrecería su título a este, por lo que el general del ejército no tenía pocas razones para temer su regreso.

Otro que no disimulaba su molestia era el caballero Hopkin, "El Barbudo" ya que la derrota que sufrió fue poco menos que humillante, ser vencido de un solo golpe. Pero al menos seguía con vida, ya que de ser un enfrentamiento a muerte no hubiese sido un mero golpe del escudo de Kazimir lo que lo derribara, sino su espada atravesando su garganta.

—¿Aún usas esa vieja armadura, Kazimir? —Le preguntó el rey con curiosidad.

—Si algo no está roto, ¿para qué cambiarlo, majestad?

—¿Por qué no me extraña de ti? ¡He aquí un hombre apegado a sus creencias y tradiciones! ¿Quién puede dudar de la palabra de un hombre que le es tan fiel a su armadura?

Dijo en tono de broma el rey en voz alta y los hombres presentes se rieron. Entonces el rey señaló a uno de sus fieles súbditos para que preparara el salón de festejos. No mucho rato después, El rey los hombres más fuertes e imponentes de su reino, celebraran entre cantos, mujeres fáciles y mucho vino aquel día festivo. Pero Kazimir empezó a sentirse incómodo entre tanta borrachera y lujuria, asi que habló con el rey para irse a descansar.

"El Príncipe Bastardo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora