Sed

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Necesitaba calmar su ansiedad, la sangre que por ella circulaba parecía arden con cada pensamiento, recuerdo, vivencia del pasado y situaciones del presente. Hace ya algunos meses que no pintaba y dejaba fluir sus acuarelas, hace semanas no le quitaba la vida a un ave inocente que se posaba sobre algún pilar cerca de ella, las cicatrices en sus dedos y muñecas habían cicatrizado ya. Necesitaba por alguna razón volver a sus andanzas, quería de regreso sus acuarelas rojas productos de la agonía y suplicas de alguien más.

Decidió salir a la calle y esperar en un parque, hacer un juego simple en su interior y de esa manera tomar su próxima víctima. Quien caminara cinco pasos al frente, se detuviera y girara a buscar la mirada penetrante sobre él o ella, esa sería la presa.

El primero en pasar fue un niño castaño, tés clara que revoleteaba por el lugar, su madre estaba distraída hablando por el celular pero poco rato atrás Charlotte se había percatado de cómo le daba lo que parecían dulces tras un gran sorbo de agua por el cansancio del niño en los juegos y con su mirada y atención con el infante se pudo dar cuenta del gran amor entre ellos.

El niño recorrió cinco pasos de frente al tobogán de donde se había deslizado y se detuvo en seco y giro buscando esa mirada que sentía en su nuca, se detuvo al ver los ojos claros y grandes de Charlotte, le sonrió y con un simple gesto con su mano le saludo.

La joven tomo una gran bocanada de aire ya que el gesto del niño parecía haber transcurrido en cámara lenta, ¿Cómo asesinarlo? El no era lo que ella buscaba, ella solo lo miraba con intención por el encanto y luz que el irradiaba, tenia lo que ella quiso tener de pequeña, el amor de una madre que pese a estar descuidada con el teléfono estaba atenta del niño, una madre que la sacara al parque a pasear y le comprara unos dulces. Pero nunca la tuvo.

No podía acabar con su vida, al fin y al cabo era una vida inocente que no tenía la culpa de las desgracias de la vida de ella. Dejo salir la bocanada de aire acumulada en sus pulmones y que ya le comprimía el pecho, le regreso una media sonrisa al niño, tras un gesto de que mirara hacia la banqueta. Su madre lo esperaba.

Ese día se marcho con pesar de ese lugar, no pudo traer consigo sangre para una nueva pintura, pero con el alma tranquila por saber que se vino con las manos vacías y no con el remordimiento de haber llegado con las manos manchadas de sangre de un hermoso inocente.

Tal vez Charlotte no era tan mala como se hacía ver, ¿No creen?

CHARLOTTE - Porque La Sangre También Es ArteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora