Capítulo 32

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Narra Andreu:

Voy camino de plató. Llego y todos me miran raros, yo me limito a sonreír. Sigo adelante y llego a mi camerino. Cojo el guión y lo leo. Está bastante bien, hasta que llega la parte de Berto. No pasa nada en especial, solo está él. Acaricio su nombre y suspiro. Hoy le toca estar en mi mesa para la sección de noticias. Y de la nada sonrío como un bobo. Niego sonriendo con la cabeza.

Salgo del camerino mientras voy leyendo cada frase que dirá Berto y estoy tan sumido en mi lectura que me olvido del mundo, tanto que termino chocándome con alguien. Me pide perdón mientras que agacho a por el guión cuando me doy cuenta de que esa voz me suena... y es la Berto. Tan deprisa como me di cuenta de que era él, lo cogí por el brazo pero él insistía en soltarse. Ahora que lo tenía cerca, no lo iba a soltar, no estaba dispuesto a hacerlo. Tiro más de él y por fin se rinde. Lo acerco a mí y al verle llorar se me parte el alma. ¿Qué le pasa? Me da igual lo que le pase, no lo pienso ni un segundo. Le cojo la barbilla para que me mire pero no lo hace, solo caen más lágrimas por sus mejillas. Siento un impulso de secárselas a besos pero me contengo y le abrazo. Lo pego mucho a mí, que sienta que estoy aquí pero él solo solloza más y más en silencio. Su respiración entrecortada me lo dice. Y por fin se relaja y paso mis manos por su espalda para tranquilizarle más. Apoyo mi mejilla en su cabeza y él suspira. No puedo más y lo hago, despego mi cabeza de la suya y le doy un beso en su cabeza, en su cabello y puedo saber con certeza que se ha duchado. Huele muy bien.

Noto cómo se empieza retorcer, pone sus manos en mi pecho, yo le suelto por la espalda y él aprovecha para empujarme, a lo que me estampo contra la pared. Le miro sorprendido. Él me mira con furia en la mirada, supongo que me ha reconocido. Entonces grita:

Berto: "¿¡Qué cojones haces!? ¿¡Te crees que después de todo vas a conseguir que te perdone con un simple abrazo y un maldito beso en la cabeza!? ¿¡De verdad lo crees!?

Todo el mundo se para a nuestro alrededor y nos miran. No sé qué hacer, ni qué decir.

Andreu: "Yo... lo siento, de ver..."

Berto: "¿Que sientes qué? ¿Eres tú el de las notitas , no? Tú no sientes nada"

Yo miré por vergüenza a todo el mundo de reojo. Quería desaparecer, no quería que me viesen llorar. Berto se dio cuenta:

Berto: "Deja ya tu puto orgullo. Deja de pensar en el qué dirán y afronta las cosas. Eso es de ser muy cobarde y tú no lo eres menos. 

Me partió en cachos todo lo que me estaba diciendo. Es verdad todo lo que decía y es que no hay otra persona que me conozca mejor que él. No pude aguantar más y se me escaparon las lágrimas. Lo miré fijamente a los ojos, todo lo que me permitían ver las lágrimas, y él cambió la expresión de la cara y dejó de estar tenso. Al parecer, verme llorar le ablandó el corazón. No quería dar pena, ni mucho menos pero me dolió lo que me había hecho. Supongo que así estábamos en paz. Volví a mirar a todos, me centré en Berto y no pude decir otra cosa:

Andreu: "Te quiero... lo... lo siento..."- me fui corriendo y apartando a gente del camino. Llegué a mi camerino y me encerré con llave. No quería y ni pensaba salir. Qué le diesen al programa.

Y de repente... nosotros|| ANDREU & BERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora