El Fantasma de Navidad

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Octubre.
Noviembre.
Y, diciembre, llega por fin!!!
Los meses han pasado volando, sin pena ni gloria he culminado mi primer trimestre de economía y es hora de un largo y merecido descanso en casa. Es justo y necesario. Nada como el hogar para renovar energías, y entusiasmada con la idea de pronto estar en mi amado terruño, sigo arreglando mi maleta hasta que la corneta de un taxi suena frente a la residencia.
¡Es Diana, justo a tiempo! Ha venido por mí para irnos juntas al terminal de autobuses tal como se lo pedí. Entre los frutos que ha dado nuestra amistad los últimos meses, se puede contar la confianza, la suficiente como para que tres semanas atrás terminara confesándome que es mi amigo y vecino Leonardo, el chico que tanto le gusta, o como dirían los mexicanos, el que la traía «Cacheteando las banquetas» ¡Jajaja! Por lo que, decidida a retribuir la sinceridad de mi amiga, se me ocurrió la genial idea de invitar a su Romeo a viajar de regreso a casa con nosotras, con el fin de propiciar un acercamiento entre los tortolos enamorados.
«¡Sensacional!» grito entusiasmada la enamorada Julieta cuando le comenté mi plan maestro, y aunque a lo sumo solo serían un par de horas las que compartirían, pues mi amigo y yo nos quedaríamos en Calabozo y ella continuaría el viaje hacia su adorado Camaguán, acepto participar en mi locura sin dudar.

- ¡Muévelo, Liz! ― me grita, desde las escaleras exteriores el desesperado galán.

Sonrío.
Es evidente que los sentimientos de Diana son enteramente correspondidos y mi papel de cupido está más que justificado. Y si todo sale de acuerdo a lo planeado, la soltería de mis amigos tiene los días contados, así como también, las miraditas tímidas y los nerviosos balbuceos protagonizados por ellos cada vez que coincidían en la cafetería de la universidad.

- ¡Ya voy! ― le grito de vuelta, mientras termino de cerrar la cremallera de mi maleta de un tirón.

Para después, acercarme despacio hasta la ventana de mi cuarto y pasar el cerrojo de esta conforme escucho sus pasos alejarse. Parece un caballo desbocado ¡Jajajajaja! aunque a decir verdad, no lo culpo, también yo me siento flotar en una nube de felicidad de solo pensar que pronto estaré en mi añorado Calabozo, junto a los seres que amo y a los que extraño horrores, sobre todo a mamá, la tía Roberta y mi Dumbo.
Aunque, lo paradójico de la situación es que a toda esa alegría se le suma una inexplicable nostalgia al pensar en la cantidad de tiempo a pasar lejos de esta hermosa y montañosa ciudad, en donde para bien o para mal he logrado hacerme un espacio y llegado a sentirme parte de su agitada y rutinaria vida. «¡No será por mucho tiempo!» suelto un suave murmullo, y así sin más y sin prestarle mucha atención a mis confusas emociones, tras asegurarme de haber cerrado bien la pequeña ventana, tomo mi maleta y abandono la habitación ya en penumbras, a la que volveré el año entrante pasada las vacaciones escolares y las festividades decembrinas.

- ¿Lista? ― me pregunta la señora Prudencia, al verme llegar a la sala.

- Sí, aquí están las llaves ― asiento, entregándole, el par de laminillas metálicas colgadas a un pequeño llavero de cuero en forma de corazón.

Que ella recibe, mientras dice.

- Bueno, espero que te vaya bien y que disfrutes mucho tus vacaciones muchacha, me saludas a tu mamá y le dices también que me mande unas hallaquitas.

- ¡Gracias, igual para usted! ¡Que pase una feliz Navidad y un feliz año nuevo! con gusto le doy sus saludos y su mensaje a mamá ― le respondo con cortesía, y para alivio de ambas, ninguna siente la necesidad de alargar aquella despedida con sentimentalismos innecesarios.

Cuando por fin salgo al mundo exterior, Diana y Leonardo, ya están instalados en el asiento trasero del taxi, por lo que, sin pensarlo dos veces ocupo el puesto del copiloto, con el propósito de darles toda la intimidad posible a los tortolitos para que de una vez por todas se confiesen sus sentimientos.
¡Jajajajajaja! ¡Yo y mis delirios de casamentera!
Minutos más tarde, ya estamos entrando en el terminal de pasajeros y como supuse está abarrotado de gente; la gran mayoría son estudiantes como nosotros y militares plazas del fuerte Conopoima.

IRREMEDIABLEMENTE ENAMORADOS (Del Odio Al Amor Solo Hay Un Paso) Where stories live. Discover now