En los brazos de Lucifer

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― Elizabeth, ¿estás ahí muchacha? - insiste una voz, tras la puerta de mi habitación luego de darle un par de toques a esta.

Es mi casera... ¡Doña Prudencia!

Pero... ¡qué son estas horas de andar molestando!

Abro mis ojos, pesados como piedras, y le doy señales de vida.

― Sí, señora Prudencia ¿Qué pasa?

― Mijita, que le contestes el teléfono a tu mamá que te está llamando desde hace horas - me informa a gritos.

¿Horas? ¡¡Mamá! ¡Rayos! ¿Cuánto llevo durmiendo?

Alarmada, me quito la sábana de encima y recojo mi teléfono tirado sobre mi arrugado vestido y, le aseguro.

― ¡Ok. gracias! Ahorita la llamo señora Prudencia.

Enciendo el bendito aparato, y este, vuelve a apagarse de inmediato por falta de carga. ¡Pedazo de perol! Al ver que no me va a dar ni la hora, lo conecto al cargador que está al lado de mi cama y lo enciendo de nuevo. Tras varios segundos, el condenado trasto comienza a pitar como loco y lo primero que aparece en la pantalla es el aviso de las 25 llamadas perdidas de mamá.

¡Mieeeer...!

Sin pensarlo dos veces, remarco su número y tres timbrazos después, ella me contesta, histérica.

― ¿Se puede saber por qué rayos no me contestabas?

Respiro profundo, internalizo que su mal humor es porque está preocupada por mí y respondo su amargo saludo con dulzura.

― ¡Hola, ma! ¡Buenos días, bendición!

― ¡Dios te bendiga! ¿Dónde estabas? ¡Llevo horas llamándote! - refunfuña de vuelta igual de estresante.

― Estaba dormida mamá y el teléfono se me descargó - le explico.

― ¿Estás enferma? -supone de cajón, lo que no me extraña, pues no es normal que yo duerma hasta tan tarde.

― No, mamá. Te dije que iba a salir anoche a dar una vuelta con unos compañeros de la universidad y Archi, que está aquí en San Juan visitando a su tío Manuel - le recuerdo, y basta mencionar el nombre de mi amigo el bombonazo para escucharla soltar una de sus acostumbradas perlitas.

― ¿A su tío Manuel o a su tiita Manuelita? Elizabeth, me vas a decir que...

― ¡Mamá! - la freno, antes de que ennegrezca mi humor con sus insinuaciones - ¡Por favor no comiences sí!

Resoplo. ¿Cuándo será el día en que, tanto ella como la madre de Archi, van a entender por fin que él y yo solo somos y seremos buenos amigos? No sé qué es peor, que me cele de cuanto hombre se me acerca o que siempre quiera arrojarme a los brazos del hijo de su mejor amiga.

¡Qué doñita!

― Está bien, no te digo más nada, pero después no digas que no te lo advertí, ¿Compraste los libros que necesitabas? - se da por vencida, y para mi fortuna, cambia de tema de forma radical.

Veinte minutos más tarde; luego de haberse quejado casi todo ese tiempo de la Tía Roberta y de su nuevo novio, además de escuchar mis lamentos sobre una que otra materia que me están sacando canas verdes, la prejuiciosa, resentida y sobreprotectora de mi madre, cuelga.

La amo con toda mi alma, pero a veces se pone...

Conociéndola, debe estar haciéndole la vida imposible a la tía Roberta, no quisiera estar es sus zapatos, pero... ¡Diablos! de pronto, me doy cuenta que estoy en una situación mucho más delicada que la de ella. ¿Qué pensará mamá de Luifer cuando lo conozca? o peor ¿me dejará él presentárselo a mamá algún día? ¡Qué lio! Paso de ese tormento sin fin y decido mejor leer mis mensajes. Tengo dos en mi buzón de entrada. Y, apenas oprimo la tecla de «leer mensaje» me arrepiento al ver el primer nombre que aparece en la pantalla.

IRREMEDIABLEMENTE ENAMORADOS (Del Odio Al Amor Solo Hay Un Paso) Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ