Promesa Cumplida

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¡Dolor!
Dolor y más dolor, es lo que siento titilar en las profundidades de mi cerebro. Eso sin contar que, aún me siento bastante furiosa y con ganas de arrancarle todos los pelos de la cabeza a la achinada bruja, que casí me saca un ojo de un certero y mal intencionado pelotazo. ¡Desgraciada! refunfuño en mis adentros, adolorida, mientras dejo caer mi cabeza sobre el hombro de Leo; quien permanece sentado a mi lado en la camilla del hospital, a la espera de que Diana termine de atar las agujetas de mis zapatos.
¡¿Qué sería de mí sin ellos?!

- ¡Tenga! — dice el doctor, al tendernos mi receta, que mi amigo, agarra conforme el diligente galeno, continúa con sus indicaciones - procure mantener el ojo en total reposo, de preferencia no se quite el aposito hasta tanto el enrojecimiento ceda al menos un poco,  las gotas son cada 2 horas y los analgésicos cada 8 por 7 días. Recuerde, si el dolor de cabeza o el vertigo persiste o si se produce algún sangrado ocular o nasal debe venir de inmediato al hospital.

- Eso ni lo dude doctor. La traeremos arrastras de ser necesario — le asegura Diana, con una luminosa sonrisa al ponerse de pie.

Dicho esto, en cuestión de segundos, tras agradecerle sus servicios al amable doctor, salimos del cubículo y a paso casi fúnebre recorremos el largo pasillo hasta la salida del área de emergencias, en donde el resto de mis amigos — Antonio, Rafa y una mal encarada, Adriana —  nos esperan ya. Es verla y sentir un retorcijón en mi estómago, pero, a diferencia de horas atrás,  mis sentimientos por ella no son de enojo e indignación, sino, de absoluta confusión. 
Sí, de desconcierto total, pues cada vez entiendo menos a la diminuta criatura de cabellos borgoña, que me mira a lo lejos entre cabreada y aliviada. Un minuto, actúa como si yo fuera su peor enemiga y me acusa de puta descerebrada, y al siguiente, me defiende como un asesino ninja. Porque sí, parecía un demonio, ni Emily Rose en el esplendor de su posesión se vio tan terrorífica mientras trapeaba el piso del gimnasio con la china infeliz, y ni Antonio, ni Rafa, ni ningún otro ser humano presente en ese lugar, pudo impedir que la agarrara de su pera de box y la dejara más morada que una berenjena. Todos, incluyendo a su ojiplatico Romeo,  quedamos boquiabiertos al ver salir de ese pequeño cuerpecito tanta ferocidad.
En fin, lo único que tenía claro ahora, dado los recientes y traumáticos acontecimientos, es que, fuera cual fuera la razón que la obligaba a repudiar y condenar mi relación con Luifer, no era suficiente para dejar de quererme como yo, indudablemente, también la quería a pesar de sus constantes rechazos y desprecios, por lo que, decidida a limar asperezas y a derribar su coraza, sigo avanzando hacia ella y los chicos colgada del brazo de, Diana.
Después de todo, lo de lidiar con fieras ya se me estaba volviendo costumbre.
Y, hablando de eso....
Pero, justo cuando iba a pedirle mi teléfono a Leo para verificar si Luifer ha dado señales de vida,  les damos alcance a nuestros amigos y, Adriana, frunciendo su ceño, suelta sin anestesia su primer alarido, que toma a todos por sorpresa. 

- ¡Eres una idiota! —  y, con su fulminante mirada clavada en el enorme parcho que cubre mi ojo derecho y gran parte de mi rostro, añade sin poder evitar que sus labios tiemblen de la rabia - espero que ya estés contenta, cuando vas a ...

- ¡Chiquis, ya basta! no es el momento — intenta atajarla, Antonio.

- ¡Me importa un comino si es el momento o NO! — chilla mucho más histérica y, soltándose del agarre de este, tras encimárseme un poco, me apunta acusadora con uno de sus dedos y le da rienda suelta a su airado parloteo, conforme además trata de contener la humedad empozada en sus lagrimales — alguien tiene que abrirle los ojos a esta tonta, alguien tiene que hacerla entender que las bichas esas no pararán hasta verla acabada, y lo que es peor, aguantar no le servirá de nada, no vale la pena, ese tipo... ese tipo... 

- Luifer, no... no...  — reacciono por fin, con mis lágrimas a flor de piel, al intuir el rumbo que iba a tomar su retahíla de reproches, pero, el doloroso nudo en mi garganta aunado con el incesante latido de mi cerebro, me impide decir algo más. 

IRREMEDIABLEMENTE ENAMORADOS (Del Odio Al Amor Solo Hay Un Paso) Where stories live. Discover now