P r e f a c i o

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     Aquel hombre se podía catalogar como un espécimen en peligro de extinción. Parecía sacado de una película: alto, fornido, guapísimo y con los ojos color esmeralda más bonitos que ella jamás había visto. Le recordaba el pasado. Pero con un toque más enigmático, más elegante. Era serio, más que eso. Muchas personas le huían creyendo que era extremadamente enojado, pero la verdad era que solo se comportaba así porque le parecía más racional. No sonreía porque no lo hallaba necesario. Sus respuestas eran corteses y puntuales porque eso de la palabrería endulzada jamás le pareció muy apropiado. Era conciso. Al punto. Era callado, pensaba mucho y decía poco. Sin embargo esto le atraía una mala fama de misterioso que hacía a las mujeres babear por él. Y él lo odiaba. Siempre fue un caballero aunque no era un elocuente acompañante. Jamás se consideró uno de esos patanes que bajo la máscara de ser caballeros lo único que hacían era burlarse de las personas. Era justo. Un poco tedioso y metódico. A veces parecía un tanto desfasado de época y cabeza dura... Pero en general era un buen hombre.

Tenía poder, demasiado poder. Porque el dinero le daba posición y la posición le daba poder. Pero jamás abusó de eso, bueno una vez lo hizo. Abuso del poder de saber, el poder de manipular. Pero no lo hizo con la intención de lastimar a nadie, en cambio lo hizo con el mejor de los sentimientos. Quería salvar a la pequeña mujercita de todas esas víboras que no la dejaban en paz, quería salvarla de sí misma y de paso se quería salvar a sí mismo también.

No quería acabar sus días como su abuelo, en el cuarto de un hospital, solo y triste. Con lujos inimaginables pero al final de nada le valía porque su triste existencia solo servía para deprimirlo más y más.

Entendía un par de cosas de la vida de su abuelo. Sabía lo que había hecho bien, pero también sabía todos sus errores y no estaba dispuesto a cometerlos. También era consiente que no podía hacer las cosas de manera convencional. Se había hecho de un nombre y eso le impedía que pudiese hallar a personas realmente genuinas. Por eso al encontrar a alguien con las características que él buscaba no tardó nada en hacerse de un plan para tener lo que siempre había deseado.

Y esa era la razón por la que estaba en aquella oficina... Para proponerle a la mujer más extraña que jamás hubiese conocido algo que para las personas normales sería una locura. Una idiotez para ser más precisos e incluso, no dudaba que para ella también fuese eso. Una simple burla . Y conociéndola no se lo tomaría nada bien, pero no estaba dispuesto a dejarla ir. Tenía que hacer su lucha por conseguir que aquella hermosa, buena y loca mujer se fijara en el y al final se convirtiera en parte de su vida... Que por fin se convirtiera en su esposa.

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