Q u i n c e

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Este capitulo esta dedicado a:

°@Guapapupe9

fran3519

@IsabelSierra6

@zoaritap

@yessychaine

@SharonYanieaRamirezG ella si acertó exacto.

@violetaelena2918

y a todas las personas que comentaron el capitulo anterior. Tengo 19 años y aunque la mayoría se acercaron no podía poner todos los nombres, por los que elegí los comentarios más se acercaron a mi edad y a los que no recuerdo haber mencionado hace poco. Mil disculpas si no te dedique el capitulo y estuviste en el rango de 18-20 años y nunca te he dedicado un capitulo. Mandame un mensaje por privado para dedicártelo en el siguiente capitulo.


El hombre de acero.

Iñigo Montenegro es catalogado como un caballero oscuro por más de una damisela. Con un rostro perfectamente esculpido, una sonrisa cautivadora y una mirada tan misteriosa es el delirio de cientos de mujeres. Sus impecables modales, y ese aire de suficiencia y fastidio sólo causan que su popularidad con las del sexo opuesto crezca. Aunque hemos de decir que es todo un personaje ya que muchas veces ese mismo desinterés por las mujeres nos ha hecho pensar que quizás no está interesado en el amor. O tal vez no lo está en las mujeres.

En cualquiera de los casos, Iñigo a dado mucho de que hablar. Y nos preguntamos, ¿quién será la persona que se robe el corazón de nuestro príncipe de hielo?...

Tonterías. Iñigo dejó caer el periódico que sostenía semejante artículo entre sus páginas. Ni siquiera lo había querido terminar de leer.

La gente no sabía nada de él. No era un hombre frío, tampoco misterioso. Lo único que intentaba era no causar problemas. No se le daban bien los jueguitos de mujeriego. No lo era, no lo sería jamás. Solo intentaba encontrar la estabilidad en una familia propia, en una mujer hogareña que quisiera compartir su vida al lado de un hombre como él... pero quería que lo quisiera. Que lo quisiera a él y no al dinero, o a la fama, o al buen nombre.

Quería una mujer de verdad, y no las pobres excusas de "esposas" que su abuelo solía cambiar cada que se le diera la gana. Los recuerdos eran reales.

"Te daré un consejo, hijo." Dijo su abuelo mientras miraba por la ventana de su despacho el jardín de la casa de verano en donde Iñigo estaba pasando una temporada. "El amor es para idiotas. También lo es el matrimonio eterno."

Iñigo permaneció en silencio por unos segundos, pensando en lo que su abuelo estaba diciendo.

"Pero tú te has casado muchas veces, abuelo." Murmuró el chico de apenas unos quince años.

Desde que Iñigo tenía uso de razón, su abuelo se la pasaba divorciándose y volviéndose a casar con la primer modelo que se le atravesara por el camino. La mayoría de esas relaciones duraban meses para después de un año, o algo así su abuelo se estuviera volviendo a casar con otra mujer más joven y más bonita que la anterior.

Cásate Conmigo. Where stories live. Discover now