T r e i n t a y t r e s

11.5K 978 312
                                    

El trayecto hacia su casa lo hicieron en silencio. Iñigo parecía absorto en sus pensamientos, y a simple vista era imposible decir lo que estaba pensando. Quizás no estaba pensando en nada, o solo no pensaba más en ella. Cualquiera de esas cosas serían mejores que el hecho de estarse convenciendo para dejarla ir de una buena vez por todas.

Christina sabía que había jodido todo. Pero tampoco creía que era todo culpa suya. Iñigo era un hombre maravilloso, de eso no le quedaba duda, pero era obvio que a veces no era muy lógico. Era demasiado simple y practico. Y eso en la mayoría de veces era bueno, hacía la vida más fácil. Pero en otras ocasiones, solía simplemente aturdir a los demás.

Christina necesitaba una estabilidad. Necesitaba conocer y paciencia de parte de él. Tal vez sus miedos eran infundados, y eran ilógicos y muchas otras cosas más, pero tenia el derecho de tenerlos. Todos los tienen en algún momento de su vida.

Cuando Iñigo hubo aparcado el auto en frente de la casa de Christina, ambos guardaron silencio un par de segundos. Ni siquiera se atrevieron a mirarse, permanecieron quietos, absortos en sus propios miedos y pensamientos. Y no fue hasta que Christina no pudo aguantar más la tensión, que habló.

"Iñigo-" dijo apenas antes de ser interrumpida por el hombre que parecía ahora de regreso al presente.

"Espero verte el lunes en la oficina, Christina." Ignoró cualquier cosa que alguno de los dos pudo haber pensando.

"Debemos hablar, Iñigo."

"Ya lo hemos hecho, no hay más que decir. No por lo menos de mi parte." Explicó Iñigo a la vez que suspiraba mirando por la ventana, ignorando totalmente los castaños ojos que buscaban los suyos.

"Bueno pues a mí aún me quedan cosas que decir..."

"¿Ah, sí? ¿Te queda reiterarme que no estás lista para una relación? O será acaso que quieres recordarme que nunca seré lo que buscas en un hombre. Tal vez quieres asegurarte que entienda que nunca te conoceré lo suficiente para ser alguien importante. Si es así no te preocupes, ya lo he entendido." Replicó esta vez si mirándola directamente.

"No es eso. Estás molesto conmigo."

"No, no estoy molesto contigo. Estoy molesto conmigo mismo, no debí presionarte. Jamás fue mi intención, pero supongo que cuando uno quiere algo a veces puede hacer cualquier cosa para conseguirlo. Vaya, ahora sueno como una niñita tonta." Rió sin gracia antes de negar con la cabeza. "Lo he entendido Christina. Tu y yo nunca llegaríamos a ningún lugar juntos. Y no quiero seguir presionando. Ya lo he hecho demasiado."

"No. ¿Lo ves? Estás molesto. Has confundido todo lo que te he dicho."

"No lo he hecho, Christina. Espero verte el lunes en la empresa." Volvió a decir Iñigo intentando acabar con esa conversación.

"¡No cambies la plática! Estoy intentando comunicarnos, entenderte. Deja de una maldita vez ese tema de la empresa. Me importa un carajo ahora."

"Pues yo solo intento salvar lo único que me queda contigo. Lo único real que tenemos. No estoy listo para dejarte de ver, Christina. No aún. Por favor, no, no me quites también esto." Murmuro Iñigo y Christina entonces vio la sinceridad en sus ojos.

Hermosos ojos verdes. Vulnerables, amables, y leales.

No pudo evitar mover sus manos hacia las mejillas del hombre y tocar su rostro con cariño mientras sonreía nostálgicamente.

"Está bien, te veré el lunes. Pero entonces hablaremos. Estás renuente a hacerlo ahora, y no pretendo que esto quede como un mal entendido."

Iñigo sonrió de lado antes de dudar si estaría bien ceder una vez más a sus impulsos, cosa que no pudo evitar. Muy lentamente acercó su rostro al de ella y depositó sus labios a pocos centímetros de los de Christina.

Cásate Conmigo. Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum