C A P I T U L O 7

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Blake

El lunes llegó demasiado rápido, al menos para mí. Mi cabeza había estado dando demasiadas vueltas aquél fin de semana, por suerte la excursión de química y biología nos distraería un poco, además, el premio era una cena en Billy's con todo pagado.

Zac pasó su brazo por mis hombros mientras entrábamos en los asientos en mitad del autobús, y me coloqué bien el cuello de la chaqueta roja que me había arrugado.

—Vamos a ganar, ¿eh? —Vi a Veronica en las últimas filas con un libro abierto en sus manos, estaba sola. Llevaba el pelo suelto, ondulado, destacando aquellos destellos rubios entre el color castaño que predominaba.

—Mmh. —Miré al frente sin añadir nada más.

El profesor Wilson y la profesora Wilbourn entraron en el autobús con una sonrisa, y él tomó la palabra.

—¿Todo el mundo tiene ya su pareja? —Se frotó las manos con entusiasmo. Llevaba gafas de pasta, tenía el pelo negro peinado hacia un lado y una camisa blanca con cuadros azules bajo una chaqueta marrón.

—Sí. —Respondimos todos al unísono.

—Yo no. —Respondió Veronica cerrando su libro. El profesor la miró con el ceño fruncido y empezó a contar hasta llegar a ella.

—Es verdad. ¿Te importa hacerlo sola? —Veronica se encogió de hombros y bajó la mirada a su libro de nuevo, poniéndose el pelo tras la oreja.

—Mmh... —Suspiré. Hice una mueca y levanté la mano lentamente. —Yo lo haré con ella.

—Muchas gracias, señorita Danvers. ¿Al señor Morrison le importa hacerlo solo? —Cogí la mochila del suelo del autobús y me levanté, caminando hacia el final.

—Me da igual. —Respondió él con desprecio.

Veronica se había dado la vuelta para mirarme, y, cuando llegué a su lado, me senté dejando mi cuerpo caer en el asiento, colocando la maleta entre mis piernas.

—Gracias. —Murmuró guardando el libro en su bolso. —No tenías que hacerlo.

—Lo sé. Pero eres más lista que él. —Ambas nos quedamos en silencio durante unos minutos, hasta que yo volví a hablar. —Tengo que hablar contigo.

—No. —Dijo directamente.

—Sí. Y esto no es una teoría. Es algo que oí de boca del inspector Abrams. —Veronica se giró hacia mí entreabriendo los labios. —¿Me vas a escuchar ahora, o no?

—Habla. —Las chicas que estaban justo delante de nosotras, se giraron.

—¿De qué habláis? —Dijo una con el ceño fruncido, subiéndose las gafas que iban por la mitad de su nariz. Me incliné en el asiento y puse una mano en su respaldo.

—¿Tu madre nunca te ha dicho que no te metas en conversaciones ajenas? —La chica, algo sorprendida por mi reacción, se giró de nuevo, y yo estiré mi brazo, pasándolo por encima de los hombros de Veronica para acercarla a mí y poder disimular delante de los profesores, que miraban.

—Mmh... —Apartó mi mano lentamente sujetándola con dos dedos. —No. —Justo en ese momento el autobús paró.

—Mira, de verdad... —Me levanté enfadada de mi asiento, cogí mi mochila y me la colgué al hombro, bajando las escaleras del autobús con rapidez. Yo sólo quería disimular para acercarme y hablarle al oído, pero no. Me empezaba a dar asco esa actitud casi homófoba que tenía contra mí.

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