C A P I T U L O 18

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Veronica

April cerraba su taquilla a mi lado, mientras yo dejaba los libros en la mía. Blake hacía lo mismo al otro lado del pasillo, alejada unos metros de nosotras. El funeral de Kevin había sido lo peor, su madre lloraba desconsolada, yo también al verla. Lloré como cuando Abbie murió. Lloré porque tenía toda la vida por delante y un descerebrado se la quitó sin más. Algunos dicen que le partió el cuello, otros que le clavó un cuchillo en el cuello; pero sólo Blake sabía la verdad, en los días siguientes no dijo nada.

Su actitud esos días había cambiado, ahora era fría, no miraba a nadie a los ojos, quizás por la muerte de Kevin. Pero no, no tenían una relación tan estrecha como para que le afectase así.

—¿No ves rara a Blake? —Susurré observando cómo miraba a su alrededor, e intentaba ocultar algo en su taquilla.

—Un poco. Supongo que le ha afectado la muerte de Kevin. —Respondió April. Suspiré sin dejar de mirar a Blake, que parecía nerviosa sin parar de mirar a todos lados.

—No. Ella vio a Kevin, vio a Kevin muerto y no quiso que yo lo viese. Sólo comenzó a ponerse nerviosa cuando entró el inspector Abrams. —April miró a Blake con discreción, y asintió.

—Vero, mira. En la parte inferior derecha de su taquilla. —Susurró en mi oído. Miré atentamente, y lo que parecían ser las puntas de los dedos de un guante negro.

—Dios mío, tiene escondidos los guantes. —Escuchamos el golpe de la taquilla cerrarse, y rápidamente nos erguimos al verla pasar ante nosotras. Nos miró de forma dura, seria, casi escudriñándonos.

—¿No os cansáis de mirarme? —Gruñó antes de salir por la puerta hacia el parking. April y yo nos quedamos paralizadas, agarradas de la mano y sin saber qué pensar.

—No puede ser ella. —Murmuré, negándome a mí misma. —No.

—Nunca conoces del todo a las personas, Veronica. —En el pasillo quedaban unas tres personas, ya se había ido todo el mundo y los únicos que allí quedaban eran los chicos que entrenaban a esa hora para el partido de fútbol del día siguiente. —Vamos a registrarle la taquilla del vestuario. Es más personal.

Entramos en el vestuario, ahora vacío, sólo quedaba el olor a sudor y desodorante. Caminamos entre las paredes de taquillas hasta llegar a la suya que se situaba frente a las duchas.

—¿Te sabes su código? —Le pregunté en voz baja, y April negó. Cogió un ganchillo que sujetaba mi coleta y sujetó el candado, metiendo la punta en este para intentar abrirlo. —Date prisa, April. —Dio un golpe en la taquilla y esta cedió, abriéndose un poco. —Eres una genia.

—Gracias.

Comenzamos a rebuscar, y Blake lo tenía todo completamente ordenado en su taquilla. Su camiseta y pantalones doblados, el polo del equipo doblado junto al pantalón negro, una botella de agua pegada en la esquina y su ropa interior. Al final del todo, vi la punta de un cuchillo.

—Qué coño estáis haciendo. —Dijo Blake sobresaltándonos. Yo me puse detrás de April, temblando, agarrándome a su mano.

—Nada, es que creía que esta era mi taquilla y cuando la he mirado, he pensado, ¿de quién es? Estaba todo demasiado ordenado. —Su mirada se clavó en mí, y de un golpe cerró su taquilla.

—Más os vale no acercaros a mí. Sobre todo tú. —Finalizó mirándome. —Y como vuelva a veros fisgonear en mis cosas...

—¿Nos vas a matar? —Pregunté. Sí, su mirada decía que nos iba a matar.

BLAKEWhere stories live. Discover now