C A P I T U L O 21

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Blake

La profesora Wilbourn llegó bastante afectada al hospital, pero según nos dijo la madre de Veronica pudo salvarse gracias a que estábamos allí. Le dedicó una mirada inquisitoria a su hija por saltarse las clases, pero no hubo más represión que esa. De hecho, me invitó a quedarme en su casa a cenar, y allí estábamos, un viernes de noviembre en la habitación de Veronica, con una pizza de pepperoni al lado y el ordenador abierto junto con una libreta llena de pistas.

—Lo que nos falta por saber es, ¿quiénes eran los hijos y la mujer de John Brooks? —Se preguntaba ella mientras yo mordía un gran trozo de pizza. —Jesús, no sé cómo tienes hambre con todo lo que está pasando.

—Oh, perdona. Llevamos desde las siete de la mañana fuera de casa sin comer, es una necesidad. —Volví a darle otro mordisco, pasando el brazo por el borde de su silla. —¿Quieres? —Le acerqué la porción.

—Qué idiota eres. —Puso su mano en mi cara y la empujó, negando.

—Habrá que ir al registro, o simplemente preguntar. —Dejé el borde de la pizza en el cartón, y me agaché para coger mi mochila. —Tengo que enseñarte algo, pero ni se te ocurra gritar.

—Está bien. —Saqué dos pistolas con cuidado, mostrándoselas a ella. Se quedó en silencio. —No están cargadas, son para protegernos. —Le di una e hice que rodeara el puño con la mano.

—Si alguien nos pilla con esto nos harán culpables de asesinato.

—¿Aceptas el riesgo de que te imputen con una sola prueba o prefieres morir? —Asintió ante aquél argumento, guardando la pistola en su bolso.  Mientras, yo miraba la pantalla del ordenador, las fotos que hizo en el móvil. —Tu ordenador es una mierda, deberías ver el mío.

—A veces se me olvida que nadas en dinero. —Puse de nuevo mi brazo sobre el respaldo de su silla, mirándola.

—Creo que el inspector Abrams no es de fiar. Me parec— —Me puso su mano en la boca para callarme mientras negaba. Tragué saliva porque creía que pasaba algo, y porque después del casi beso y de todo lo que pasó no habíamos vuelto acercarnos de esa manera. —

—Quiero parar de hablar de esto. —Replicó mientras me levantaba. —No sé si alguna vez se acabará. Estoy cansada. —Se frotó la cara con las manos. —Ni siquiera puedo disfrutar de... De mi último año, de ser animadora.

—Es mejor seguir viviendo tu vida normal, que pararse a pensar en esto. Y no te preocupes, sabremos quién es el cabrón que hace esto, ya sabemos más que la policía, eso seguro.

*      *      *

Veronica

—Blake, ¿tú alguna vez dejas de comer? —Se metió media hamburguesa en la boca, masticando. —Y no engordas.

—Mmh... —Se chupó un dedo, con los pies encima del salpicadero del coche. —No, no quiero dejar de comer nunca.

—Pues como sigas comiendo y no veas quién entra en la casa de ese chiflado no vas a comer nunca más, porque te va a matar, pedazo de inútil. —Cogió un puñado de patatas y se lo llevó a la boca, negando.

—No creo que aparezca hoy. —Bebió de su refresco, negando. —Además, tengo el partido en tres horas, deberíamos irnos.

—¿Cómo sabes que no aparecerá? —Se encogió de hombros suspirando.

—Porque no ha salido ni ha entrado en toda la mañana. —Se limpió con la servilleta la boca y le dio otro mordisco a la hamburguesa.

—Llevas razón. —Le quité la hamburguesa de las manos, dando un mordisco más pequeño y cuidado. —Vamos.

BLAKEWhere stories live. Discover now