C A P I T U L O 8

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Blake

Abrí la puerta de la taquilla y dejé allí el libro de historia, escuchando risas a mis espaldas. No me gustaban esas risas, sobre todo del grupo del que venía.

La noche anterior había estado bastante... Bien. Una cosa que me gustaba de Veronica, es que la cagaba, sí, pero se disculpaba y no le importaba hacerlo.

—Sí, es una guarra. —Escuché, y me quedé parada.

—¿En serio se dejó que te la follases a la primera?

—Que sí. —Dijo Zac, riéndose. —Si la Veronica esa es una puta, te la puedes tirar cuando quieras. —Cerré la puerta de la taquilla de un golpe fuerte y me giré, empujando a Zac contra las taquillas, provocando un estruendo que dejó helado a todo el pasillo.

—Dile guarra o puta una vez más y te reviento los huevos. —Zac me empujó a mí, haciendo que retrocediese hacia atrás.

—¿¡Qué me vas a reventar tú a mí, eh!? —Me dio un puñetazo en el ojo, provocando un pinchazo y el dolor en toda esa zona.

—¡Parad! —Exclamó Veronica. —¿Qué estáis haciendo? ¿Qué os pasa? —Solté una risa, con el ojo hinchado y palpitante de dolor.

—Eso, Zac, dile por qué me has dado un puñetazo. —Solté una risa irónica, mirándolo con asco y desprecio. Él se quedó en silencio con la respiración agitada y la mirada llena de furia. —Le he empujado porque te ha llamado guarra y puta. —La miré y su rostro, al principio alarmado, se convirtió en una mezcla de rabia y furia. —Si te escucho decirle algo más yo te...

—Blake, no necesito que me defiendas. —Ella soltó una risa. —¿Me estás llamando guarra tú a mí? ¿Estás exponiendo mi vida sexual por ahí como si nada? —Negó acercándose a él, y Zac dio unos cuantos pasos hacia atrás, así que le puse la zancadilla, y cayó al suelo de espaldas, con las manos en el suelo. —Podría haberle contado a todo el instituto que te mide doce centímetros, Zachary. Que es asquerosa. Que te corriste a los cinco minutos y yo me quedé mirando al techo en silencio, haciéndote creer que lo haces bien para aumentar tu ego de machito. —Zac se levantó, se colocó delante de Roberts de nuevo. —Y si tú piensas que soy una guarra por tener sexo, ¡oh, sorpresa! A las chicas también nos gusta follar, no somos un objeto que os debe placer.

Zac se quedó allí plantado en mitad del pasillo, y yo me encaminé a la sala de los Wolves, donde estaban ya todos sentados. April fue la primera en girarse, y al verme se puso de pie, mirando a Veronica que venía detrás de mí.

—¿Qué ha pasado? —Solté una risa y me senté en el sofá.

—Zac llamándome guarra. Eso ha pasado. —Respondió Veronica.

—Dios mío, Blake llevaba razón. —Alcé una ceja asintiendo, y Roberts se sentó a mi lado.

—¿En qué llevaba razón? —Preguntó ella.

—En que te iba a hacer daño. —Dijo April, sentándose junto a los demás que me miraban. Veronica me llamó poniendo la mano en mi rodilla, y tenía una bolsa de hielo en la mano, que me colocó con cuidado sobre el ojo.

—¿Te duele? —Susurró, mirando mi ojo con una mueca.

—Un poco. —Respondí en voz baja. Separó un poco la bolsa de hielo del ojo e hizo una mueca al verlo, negando.

—Gracias. —Murmuró. Puse mi mano sobre la de ella para sostener la bolsa, y ella la retiró con cuidado.

—Chicos, tengo que contaros algo. —Me levanté y me quité la bolsa del ojo. Apenas podía ver, y por el frío que quemaba me había quedado dormido, y mi párpado apenas podía levantarse. —April, cierra la puerta.

BLAKEWhere stories live. Discover now