1- Buenos días, mala suerte

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Otro día más por los pasillos. Acaba de sonar el timbre de llegada. Alumnos corren de un lado a otro con el temor de llegar tarde a clase. Profesores, enfadados por tener que madrugar, llevan sus grandes maletines y varios folios de expedientes para rellenarlos si alguien se pone a molestar tan temprano. Profesorado qué estará durmiendo porque tiene la primera hora libre, adolescentes que se hacen pasar por enfermos, chicos que no entran a clase... Entre toda esa multitud de personas, estoy yo.

Me llamo Kagome Higurashi y estoy cursando el primer año de bachillerato. Soy una chica con estatura y constitución media. Mi pelo ondulado azabache, llega prácticamente por mi cintura. Mis ojos castaños, aunque no sean de un color muy especial, dicen que son muy brillantes. Me considero una persona alegre y divertida, pero a su vez, por desgracia, bastante tímida cuando está él...

Ahí está, pasa justo delante de mí, tan elegante y tranquilo como siempre, sin que le importe lo que suceda a su alrededor. Habla con su gran amigo, Miroku. Como de costumbre, no se fija en mi presencia. Su pelo es del color de la noche. Sus ojos dorados, muy poco habituales de encontrar, son hipnotizantes. Al contrario de su acompañante, que es un total pervertido, Inuyasha Taisho no busca ninguna relación.

Entro a mi primera clase, literatura. Me siento en mi lugar habitual y me dedico a observarle de reojo. Las chicas no le quitan la vista de encima, pero él las ignora completamente hablando con sus amigos.

- ¿Todavía pillada del hermano del director?- comenta Sango, mi compañera y amiga.

- ¡¿Qué?! ¡No!

- Ya, claro. Sólo suspiras cuando lo ves y tu corazón late a mil por ahora cada vez que realiza un leve movimiento - dice exagerando con voz soñadora y las manos en el pecho. Si es que le encanta reírse de mí. No le digo nada pero parece que le está dando un infarto en vez  de estar haciendo una imitación de una obra romántica.

- No seas tonta- le lanzo el estuche y ella lo esquiva fácilmente.

Entonces, mi mala suerte tiene que actuar. El objeto volador no podía detenerse y caer al suelo, no, eso sería demasiado bueno. Claramente, porque así tiene que ser mi vida, tenía que acabar justo en la cabeza de... ¡Él!
Y claro, que sería de una bochornosa situación sin una cara de estúpida por parte de quien metió la pata o, en esta ocasión, el estuche asesino, y un "lo siento" con voz de pito.

Por otra parte, sólo se limita a mirarme con mala cara y mandar a callar a los chicos, que no dejan de reírse de él por lo ocurrido. Sango deja en mi mesa al culpable de todo esto después de que se lo devuelva Inuyasha, e intenta contener la risa.

- Ni lo intentes. Una sola carcajada y sales volando por la ventana.

- ¿Como tu estuche?

- ¡Sango!- siento calor en mis mejillas una vez más. No me da tiempo a reprocharle porque la profesora interrumpe en la sala.

- ¡Chicos, chicas!- espera a que todos estemos en silencio para empezar a hablar- Hoy vamos a conocer una de las leyendas sobre la época antigua.

Comenzamos a leer un breve texto que hablaba sobre una perla que existió hace muchísimos años y por la que se peleaban todos los seres para obtener un gran poder. Además, se cuenta una historia de amor entre una sacerdotisa y un medio demonio. Ambos estaban enamorados. Él quería esa joya para poder convertirse en humano y permanecer junto a ella. Pero a veces, las cosas no salen como lo planeado. Ella fue herida gravemente, lo que la llevó a la muerte. Él fue sellado en un árbol con una flecha que ella misma lanzó, por haberla traicionado. Unos dicen que fue un ser maligno quién los engañó a ambos y otros, que fue ese medio demonio al no poder controlarse.

- ¿Ustedes qué pensáis? ¿Quién creéis que fue el culpable?

- Es sólo una leyenda- responde Inuyasha sorprendiéndome.

- Sí, pero... ¿Y si fuese real? ¿Quién crees que sería?

- Un demonio que los engañó.

- ¿Sí, señorita Higurashi?

Mierda, he levantado la mano sin darme cuenta. Da igual, daré mi opinión.

- Estoy en desacuerdo con lo que mi compañero ha dicho- la profesora me mira con curiosidad, mientras que Taisho me desintegra con la mirada- Opino que fue su propio amado el que la asesinó. Después de todo, el poder de esa perla era tan fuerte que hacía perder su propio sentido a todo aquel que la tuviera. Además, si tenemos en cuenta que él, que era medio demonio, soportaba con mayor dificultad esa energía que a los demonios normales ya les costaba, no me extrañaría en absoluto que llegase a perder el control.

- Él nunca traicionaría a su amada. Él la quería.

- ¿Y si no eres consciente de lo que haces? Podemos similarlo con el alcohol. Haces cosas de las que estando en tu sano juicio te arrepentirías, pero no recuerdas nada de lo que ha pasado.

- Eso es estúpido.

- Bueno, puedes verlo desde este modo. Aquí señalaba que quien agredió a la humana, fue el mismo que le robó la perla. En el momento en que el medio demonio queda atrapado en el árbol por la chica, de sus manos cae esa misma joya.

- ¿Algo más que decir, señorita?

- No, gracias.

- ¿Taisho?

- No- responde con un tono de voz tan frío que casi no le reconozco.

La clase continúa con su ritmo habitual, excepto por Sango, que no para de hacerme comentarios sobre lo bien que hice mi explicación y los puntos menos que tendré con este chico.

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Todos los alumnos salen corriendo al oír el último pitido del día. Me quedo esperando a Sango, que aún se está cambiando en los vestuarios después de la hora de educación física. Cuando por fin llega la noto nerviosa.

- ¿Qué pasa?

- ¿Pasar de qué?

- ¿Por qué ese nerviosismo?

- ¿Nerviosa? ¿Yo...?

- ¡Sango, al grano!- la interrumpo antes de que comience con su parloteo.

- Bueno, pero tienes que prometer que vas a decir que sí y no te vas a enfadar.

- No.

- Entonces no te cuento.

- ¡Sango!

- Vamos, promételo.

- Vale, lo prometo.

- Bien. Pues... Miroku me ha invitado a ir a una quedada que van a hacer en su casa ellos con unas chicas más y como estoy un poco nerviosa le dije que si podías venir conmigo y aceptó. Porfa, ven.

- Bueno, vale.

- Estará Inuyasha.

- ¡¿Qué?! No, entonces no. No cuentes conmigo.

- Oh, vamos. No voy a ir sola y ya has dicho que sí.

- No voy a...

- Oh, mira es mi madre. Me tengo que ir. Es esta noche a las 21:00, paso a buscarte un rato antes. Arréglate un poco.

- Genial...

Y me deja así, sola, a unas horas de ir a un sitio con unos chicos que me ponen nerviosa y sin saber qué ropa debo ponerme. Esto es estupendo.

Inuyasha y Kagome ¿Jugamos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora