18- Vuelta a la acción

1.2K 88 0
                                    


- Sabemos que la situación es delicada, pero ante todo tenemos que actuar con certeza. ¿Queda claro?

- Papá, no somos unos estúpidos críos, creo que todos sabemos bien qué debemos hacer. Vámonos de una maldita vez, con cada segundo la estamos perdiendo.

- Bien. Inuyasha, recuerda que has perdido tu presencia humana al recuperar tu espada, no nos interesa llamar la atención.

- Lo sé, tendré cuidado.

Corro por el pasillo en dirección a la puerta. Mi móvil comienza a sonar y me veo obligado a detenerme a responder cuando el incesante sonido empieza a resultar molesto. Al mirar la pantalla, el nombre que veo no me da seguridad. No dudo en descolgar.

- Sango, dime.

- Inuyasha...- su voz suena entrecortada por su pesada respiración y un fuerte ruido de fondo-. Tienes que...venir... ahora mismo. Es urgente.

- ¿Qué pasa Sango? Me cuesta entenderte.

- Creo que... algo que ver- la llamada cada vez tiene más interrupciones y me asusta-. Mirok... intentado detenerlo, es imposi... Rin está en peligro.

- ¿¡Rin!?- me alarmo.

- El demoni...

- Sango, ¿dónde estás?

- El centro com...- un estruendo ensordecedor seguido de un suave pitido, para anunciar el final de la conexión, es lo último que escucho.

- ¡Sango, Sango! ¡Mierda!

- ¿Qué ocurre? ¿¡Qué ha pasado con Rin!?

- Hay un demonio en la ciudad. Rin está en peligro y probablemente los chicos, junto al resto de la ciudad.

- Tenemos que ir.

- Id ustedes. Lo siento, pero necesito encargarme de ayudar a Kagome.

- No puedes ir sólo. Sesshomaru, ve con tu hermano. Vuestra madre y yo nos encargaremos de lo que sea que esté sucediendo aquí y nos reuniremos con ustedes allá lo antes posible.

- Está bien.

- Pero...- interrumpe mi hermano.

- Si han capturado a Rin como creemos, Naraku se encargará de llevarla con él. La encontrarás allí. Esto puede ser una simple estrategia para despistar y así hacernos perder tiempo. No tardéis mucho más, tenéis que iros. Tened cuidado.

- Está bien, papá- respondemos al unísono.

No pierdo ni un segundo más, abandono la casa y me pongo en marcha.

La sangre hierve en mis venas. No le perdonaré esto a Naraku, jamás. Puedo tolerar que quiera intentar herirme o hablar mal de mí, pero no pienso permitir que toque a la persona que amo. La impotencia invade mi pecho y necesito variar la dirección de mi vista para evitar que las lágrimas florezcan. Pude haber estado delante. Pude haberle ayudado. O incluso mejor, podría haberlo evitado. Si me hubiese quedado con ella nada de esto habría pasado.

No sé cómo pude ser tan tonto como para creer que ese tío fuese Kagome. Estaba en todas partes la verdad; sus ojos, sus labios, su comportamiento... Era tan grande mi necesidad de saber que estaba bien, que ver su silueta fue lo único que me importó sin tener en cuenta estos aspectos tan importantes que nos habrían podido ayudar.

Me desahogo sobre las ruedas. Aumento la velocidad sin mirar siquiera el indicador y tomo las curvas con algún que otro derrape. El coche responde correctamente y me anima a seguir mi propia carrera. Diviso las escaleras del templo y me veo obligado a reducir de inmediato. No me molesto en aparcar y me dirijo allí directamente. Sesshomaru realiza los mismos pasos que yo y me sigue hasta arriba. Nos detenemos ante las puertas de madera.

- ¿Vamos?

- Sí.- Entonces... Si Kagome no era real, ¿su familia acaso lo sería? - Espera un momento Sesshomaru.

- ¿A dónde vas ahora, no tenías prisa?

- Sólo un momento, imbécil.

Entro en la casa y recorro las primeras habitaciones de la planta baja. No encuentro rastro alguno de ellos, ni siquiera algún signo de que hubiese alguna actividad por allí. Repito la misma acción en la zona alta, pero obtengo el mismo resultado. Es en ese momento en el que me acuerdo del almacén que tenían en la parte de detrás. Ese almacén donde el abuelo guarda todos sus objetos "sagrados".

Mi hermano me mira con cara de póker atento a mis movimientos. Deslizo las puertas de madera y enciendo la pequeña bombilla que ilumina el cuarto. Es ahí cuando veo los tres cuerpos inertes en el suelo. Me acerco a ellos sin pensarlo una segunda vez y llevo mis dedos hacia sus cuellos. Por suerte, sólo están inconscientes. Al menos, por ahora. Me quedo más tranquilo sabiendo que están bien.

- Inuyasha- me llama Sesshomaru cuando salgo.

- ¿Qué pasó?

- Papá acaba de llamar. Al parecer la situación es más complicada de lo pensado, tendremos que apañárnoslas solos por un buen rato.

- Bien, no hay problema. ¿Qué fue lo que ocurrió?

- Naraku ha enviado una extensión suya junto a un grupo interminable de criaturas. Sería fácil con Miroku pero ha introducido avispas venenosas y se correría mucho riesgo con tanta gente allí.

- Mierda, lo tiene todo pensado. Creo que no vamos a tener las cosas fáciles.

- Pero bueno, no podemos perder más tiempo. Cuánto antes nos movamos, antes acabará toda esta pesadilla.

- Concuerdo contigo. Larguémonos ya.

Nos colamos en el interior del pequeño santuario y destapamos el pozo. Contemplo el montón de tierra durante unos segundos y me lanzo en su interior. Siento la energía hacer contacto con mi cuerpo por primera vez desde hace años. Mi organismo hormiguea y sé que me estoy transformando en mi ser original. Es hora de despedirme de mi forma humana.

Inuyasha y Kagome ¿Jugamos? Where stories live. Discover now