19- Movimientos desconfiados

1.1K 85 3
                                    

Mis pies descalzos hacen contacto con la tierra húmeda del otro lado del pozo. Aparto algunos restos de cadáveres y estos sólos se desintegran. Hace tantos años que no estoy aquí... Los recuerdos se agolpan repentinamente en mi cabeza y hago uso de todo mi autocontrol para eliminarlos. Por más positividad que tenga, en estos instantes son los peores los que me invaden. El rechazo de las personas, la muerte de Kikyo... Naraku. Siempre él. Parece que la función de su existencia es arruinarme la vida, no importa la época o tiempo que transcurra.

- ¿Crees que la anciana Kaede siga viva?

- No lo sé, pero en un momento lo comprobamos. Veremos si es cierto eso de que mala hierba nunca muere.

- Si es verdad, nos vendrá bien su ayuda.

Me dejo caer sobre la hierba, húmeda debido a las bajas temperaturas. Corremos descalzos hasta la aldea más próxima. Sin duda, no encuentro vestimenta más cómoda que este kimono.

Kagome... Ya estamos cerca. Al menos, eso espero.
Diviso las primeras casas. Un par de ágiles saltos y me sitúo delante de la cabaña. Todo dos veces en la puerta. Nadie responde y empiezo a desesperarme. Ignoro las quejas de mi hermano y me meto en su interior. Las cosas no han cambiado mucho. Parece que el tiempo no ha pasado por aquí. Siguen habiendo los mismos instrumentos y objetos desde la última vez, al igual que ese inconfundible olor a plantas medicinales.

¿Lo siguiente? Un espantoso ruido en mis oídos y dolor punzante en la cabeza. Voy a desmayarme...

 ❥・・❥・・❥・・❥・・❥

Cuando despierto, mi primera imagen es la de mi hermano. Me observa con burla desde arriba con los brazos cruzados.

- ¿Hace falta decir que te lo dije?

- ¿Puedes callarte de una vez?

- Yo no soy quien entró a una casa ajena como un intruso.

- No es culpa mía que esa vieja no apareciera.

- Estaré vieja pero puedo escucharte, Inuyasha- suena una voz amenazante tras la espalda de Sesshomaru.

- Hola... Anciana Kaede... Cuánto tiempo, ¿no cree?

- No me vengas con esas, ¿qué quieres ahora? No vayas a traernos problemas después de tanto tiempo.

- Los problemas no los traigo yo precisamente.

- ¿De qué hablas?

- Naraku ha secuestrado a mi novia y, posiblemente, a la de él. Está destrozando nuestra época.

- No puede ser... - su rostro se transforma.

- ¿Ocurre algo, anciana?

- ¿Cómo son ellas?- pregunta nerviosa

- Pelo azabache y largo... ojos oscuros... delgadas...

- Inuyasha... Creo que deberías olvidarte de ello.

- ¡¿Te estás oyendo?! ¿¡Cómo piensas que voy a largarme así!?

- Es imposible que podáis recuperarlas.

- ¿Y eso ahora por qué?

- He visto a Naraku, mejor dicho, he sentido su presencia demoníaca, y he de deciros que jamás había sentido algo tan fuerte. Después de tan largos años, creo que la perla de Shikon ha vuelto a reaparecer.

- De eso precisamente quería hablar, Kaede. En un encuentro que tuvimos con él, llegamos a la conclusión de que Kagome podría ser la portadora de ella. Pero, ¿cómo es posible? Se suponía que aquellas batallas habían acabado con la existencia de la perla.

- No lo sé, tendréis que descubrirlo por vosotros mismos.

- ¿Sabes al menos qué dirección ha podido tomar? No tenemos mucho tiempo.

- No estoy realmente segura, pero es posible que haya ido hacia el monte de las Ánimas.

- Tienes razón, conociendo a Naraku habrá aprovechado el sello del monte para evitar que nosotros
entremos. Pero si este sigue activo, ¿cómo podremos entrar? Yo ya he perdido mi forma humana.

Busco a mi hermano con la mirada, pero este se limita a mirar a Kaede realmente extraño. Cuando
se pone así, nada bueno pasa por su cabeza. Sé que nada más estar a solas me dirá aquello que le
preocupa.

- ¿A qué se supone que estás esperando? ¿No tenéis prisa? - comenta ella molesta. No sé si serán los años o que ella ya va cumpliendo más edad pero su carácter cada vez es más gruñón.

- Tranquila, ya nos vamos. Tampoco nos conviene perder mucho tiempo.

-  Tengan cuidado.

- Ya, ya. Nos vemos.

- Inuyasha- me detiene antes de salir.

- ¿Sí?

- Seguro hay una forma de que puedan entrar, tan sólo busquen bien en los alrededores del monte.

- Gracias, Kaede.

Abandono la habitación junto a Sesshomaru y avanzamos por el medio de las cabañas. No tardamos en visualizar el límite que separa la aldea de la profundidad del bosque.

- Para ir al monte deberíamos...

- No vamos a ir a ese lugar.

- Ya saltó.

- ¿Qué pasó?

- Llevas con una cara de culo desde que entramos ahí.

- Hay algo muy extraño en su comportamiento, con todo lo que ha pasado no me fío de ella.

Compruebo que no soy yo sólo el que ha formado esas teorías pero, al fin y al cabo, no puedo arriesgarme a que sea cierto y llegar demasiado tarde.

- Pero, ¿y si es así? ¿Y si realmente dice la verdad y las perdemos? No perdemos nada intentándolo.

- Sí, perdemos tiempo. Le damos ventaja. ¿No te has dado cuenta? Desde que se llevó a Kagome, nos dejaron sin conexión, detienen momentáneamente el tiempo... ¿No te extrañaría que lo tuviésemos tan fácil?

- No estoy tan seguro de...

- ¡Inuyasha! ¡Sesshomaru! ¡Dios mío, cuánto tiempo!

- ¿Sango? ¿Miroku? - respondo extrañado por su llegada tan repentina. ¿Tan rápido se han librado?

- No, el rey.

- ¿Qué hacéis aquí? ¿Y nuestros padres?

- ¿Vuestros padres no se fueron con ustedes?

- No, se suponía que os iban a ayudar a ustedes contra las extensiones de Naraku.

- ¿Naraku? Oye, no sé qué te habrás metido estos últimos años en ese sitio tan extraño al que vais, pero te digo que me estás asustando ya.

- No entiendo nada- respondo perplejo.

- Inuyasha, hace años que no os veíamos- comenta Miroku-. La última vez fue tras la muerte de Kikyo, nuestra despedida cuando iban a atravesar el pozo- hace una pequeña pausa-. ¿Por qué esas caras?

Inuyasha y Kagome ¿Jugamos? Where stories live. Discover now