15- Recuerdos

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La brisa fría golpea mi rostro. A pesar de la poca tela que me cubre, siento calidez. Esta es una de las pocas ocasiones en las que Inuyasha y yo salimos a solas. ¿Podría denominarse esto una cita? Nuestra primera cita... Suena bien.

- ¿Ocurre algo? No has dicho nada desde que salimos.

- No, no, tan sólo pensaba.

- ¿Puedo saber?

- ¿Qué somos finalmente?

Hasta hace poco no me había planteado ese hecho. Aunque tengamos nuestros besos, declaraciones, y confianza, no hemos definido la relación que tenemos. Parece que la pregunta le pilla por sorpresa. Entonces, sonríe y me mira de reojo.

- Lo que tú quieras que seamos- Y sus palabras, como por arte de magia, provocan un repentino calor en mis mejillas.

- Ahm...

- ¿Qué?- comenta burlón.

- No, nada.

- Anda, ven.

Antes de que me dé tiempo siquiera a pensarlo, sus brazos me envuelven y sus labios ya están sobre los míos. No dejo pasar la oportunidad y le correspondo al beso.

- Inuyasha...- Susurro tras separarnos.

- Así me llaman- responde juntando nuestras frentes-. ¿Seguimos?

- Sí, claro.

No digo nada, pero mi mente no quiere asimilar que se separe de mí. Es como si mi cuerpo lo necesitara, como si él fuese un chicle que se queda pegado en el pelo y díficil de quitar pero que a su vez no te importa. Bueno, no es que un chicle apestoso y pegajoso sea el mejor ejemplo del año, pero se entendió.

Como si leyera mis pensamientos, antes de poder alejarse del todo, sujeta mi mano y la entrelaza con la suya. Noto los latidos desbocados de mi corazón y deseo que la oscuridad oculte el rubor que seguramente se está expandiendo por mis mejillas.

Paseamos durante varios minutos así, cogidos de la mano, tranquilos, con la única preocupación de disfrutar de este momento juntos.

- Parece que hemos llegado.

- Es genial...- Murmuro observando cada detalle. Las luces de las atracciones y los diferentes puestos de regalos y comida le dan un toque mágico a la noche.

- ¿Te gusta?- pregunta orgulloso.

- ¡Sí, me encanta!

- Creo que me he confundido. Seguro que cuando te di el beso me lié y me traje a una niña pequeña.

- ¡No seas tonto! Siempre me ha gustado venir aquí, me hace recordar a momentos de mi infancia cuando venía con mi madre. Recuerdo que lo pasábamos muy bien, nos montábamos en cada atracción, probábamos suerte con la puntería, y para terminar, no podía faltar una tacita de chocolate. Yo siempre acababa manchada con un bigote delicioso. Entonces, mi madre hacía lo mismo para divertirnos y nos sacábamos una foto así antes de volver a casa.

- Es un bonito recuerdo.

- Sí, lo es. Era una de las pocas veces en las que la veía sonreír de forma natural tras la muerte de mi padre. Creo que algún día estaría bien volver con ella aquí.

- Es una idea perfecta.

- Gracias.

- ¡Ven, vamos a hacer una cosa!- grita con inesperada emoción..

- ¿Qué...?- No puedo terminar de formular mi oración. Tira de mi brazo con rápidez y me lleva hasta el interior del recinto.

- ¿Dónde quieres montar primero?- De pronto, entiendo qué es lo que intenta hacer.

Inuyasha y Kagome ¿Jugamos? Where stories live. Discover now