Epílogo

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Ha pasado una semana desde lo sucedido. Kagome poco a poco se ha ido recuperando y, por suerte, hoy podré verla de nuevo.

Siempre le estaré agradecido a mi hermano por devolverle la vida gracias a Tenseiga. Sus recuerdos han pasado a formar parte del olvido, pero lo más importante es que la tengo a ella. Es duro. Sé que va a ser insoportable tenerla frente a mí y no poder besarla, abrazarla o cualquier otro aspecto con el que pueda amarla. Pero confío, en ella, en mí y en nuestra conexión.

Es el primer día de clase al que asistimos después de lo ocurrido. La misma fecha en la que comenzó todo. Hemos retrocedido en el tiempo, nadie recuerda nada. Salvo todos nosotros.

Estoy en el aula "escuchando a los chicos" cuando la veo entrar junto a Sango. Desvío mi mirada hacia mis compañeros, disimulando. En uno de esos instantes, la descubro observándome y ella retira su mirada avergonzada. Dios mío, es para comérsela.

- ¿Todavía pillada del hermano del director?- comenta Sango por poco gritando. Lo de escandalosa no se le va ni de broma.

- ¡Eh, tío!- me llama Miroku- Ya sé que estás desesperado pero al menos vuelve al planeta Tierra, como la sigas mirando tan fijamente capaz te explota un ojo de la presión.

- De milagro no me explotan los oídos de tanto escuchar tus estúpidos comentarios.- Viva la amistad.

- ¡Oye, a mis niños no! Deja a mis chistes tranquilos.

- ¡Cuando...!- un golpe en toda la cabeza. Entiendo lo de volver en el tiempo pero, ¿en serio soy tan imbécil como para comerme otra vez el estuche de Kagome?

- Lo siento...- suelta con esa misma voz de pito que la otra vez.

Mando a callar a los chicos, que una vez más no dejan de reírse, y me acerco hasta ella con burla.

- Deberías amaestrarlo más y no dejar que sea tan agresivo- digo dejando el estuche en su mesa. Me pongo de cuclillas ante esta y el color sube a sus mejillas-. Y tranquila, si quieres hablar conmigo tan sólo tienes que llamarme, de esa forma no me quedaré sin neuronas por el golpe.

- Eres... eres un exagerado- responde, tímida.

- Y tú bastante graciosa cuando estás como un tomate. Por cierto, ya verás cómo me devuelves el gesto- me levanto y, antes de volver a mi sitio, doy un beso en su mejilla, dejándola algo descolocada.

Durante la siguiente hora, Kagome no responde nada ante la leyenda de la perla. Teniendo en cuenta que se ha pasado la mayor parte del tiempo jugando con un lápiz y mirando a la mesa, creo que no ha prestado la más mínima atención. Y eso que, por desgracia, sólo fue en la mejilla.

Cuando suena el timbre y todos salen hacia los pasillos, ella sale la última con Sango. Espero en la puerta a que su amiga se aleje de ella hacia otra aula. En el instante en que abre su taquilla, le susurro en el oído.

- Bueno, ¿has pensado ya en cómo vas a pagarme?- da un salto ante mi voz y pega su espalda en el metal.

- Inuyasha, me has asustado. ¿Estás hablando en serio?

- Totalmente. Sólo digo algo, que sepas que me gusta mucho la comida...

- Eres un aprovechado.

- La comida es comida.

- ¿Si te invito a comer algo me dejarás?

- Puede ser.

- Está bien... ¿Pues nos vemos en la cafetería?

- En los jardines.

- Vale, como quieras.

- Hasta después entonces. Ya tengo hambre con sólo pensarlo.

Inuyasha y Kagome ¿Jugamos? Where stories live. Discover now