5- Vuelta a la partida

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Inuyasha entra en la habitación y agarra una toalla antes de acercarse. Su rostro me demuestra que de verdad está preocupado. Cuando llega hasta a mí, me tapa con mucho cuidado.

- Lo siento- musito.

- No digas eso. ¿Te has dado? ¿Dónde te duele?

- No ha sido nada.

- Kagome...

- El tobillo- admito derrotada. Soy malísima mintiendo-. Sólo es una torcedura.

- Ven. Sujétate a mi cuello.

- No hace falta.

- Kag, sujétate- me ordena serio.

Paso mis manos por su cuello y me pega a su pecho. Arrodillado, pasa un brazo por mi espalda y otro bajo mis rodillas, para después, levantarme con él. Noto una punzada en la cadera. Apreto los labios y aguanto el dolor. No quiero causarle más molestias, ya tiene suficiente. Con delicadeza, me deja sobre la cama y me cubre con las sábanas.

- Voy a por algo de hielo, no te muevas.- Tampoco creo poder hacerlo.

Me deja sola en el dormitorio y me maldigo mentalmente. Soy increíble, no puedo ser más patosa. Dios, encima me ha visto desnuda. Esto es demasiado bochornoso. Rozo con la yema de los dedos la zona lateral de mi cuerpo que me he golpeado y un fuerte dolor me avisa de que se formará un gran hematoma.

- Qué rápido- le digo al verle aparecer.

- ¿Puedes mover el pie?

- Sí.- Me duele al hacerlo, pero puedo ahorrarme ese detalle.

- Está bien.- El frío contacta con mi piel y siento algo de alivio.- ¿Mejor?- pregunta al rato.

- Sí, gracias.

Me dedico a observar mis manos entrelazadas sobre las piernas. No sé qué decir después de todo esto. Estoy demasiado avergonzada.

- ¿Seguro que no te has dado en ningún otro sitio?

- Ya te he dicho que no.

- Es que no termino de fiarme.

- Estoy bien, Inuyasha.

- Oye...- dice tras un largo e incómodo silencio. Pone su mano sobre las mías y me obliga a mirarle- Sobre lo que pasó ahora, no te preocupes. No voy a decir nada a nadie. Además, sólo me preocupa tu bienestar, ¿vale?

- Gracias.

- Por cierto, ¿cómo es que te caíste?

- No lo sé, estaba tranquila y de repente me comencé a marear. La cabeza me da daba vueltas y el suelo estaba resbaladizo, por lo que al intentar salir me caí.

- ¿Y te mareaste así porque sí?

- Sí, fue muy raro. Nunca me había pasado.

- Tal vez una bajada de tensión.

- Ni idea. ¿A qué hora vienen los chicos?

- Dentro de media hora.

- ¿Podrías traerme la ropa? Está en el baño. A propósito, gracias por decirle a Rin que la comprara. Te devolveré el dinero.

- No me hace falta.

- Pero...

- No- me interrumpe.

- Vale, vale.

- Será mejor que vaya yo también a ducharme.

Trae las prendas y las coloca sobre la cama. Elige también las suyas y se apoya en la puerta del baño.

Inuyasha y Kagome ¿Jugamos? Where stories live. Discover now