- No puedo creer que me haya hecho esto.
Los pasos de una encolerizada Lydia retumbaban por toda la habitación. Su amiga se limitó a mirarla con una ligera sonrisa en el rostro.
Y es que la chica lucía bastante adorable cuando se enojaba con aquellas mejillas levemente infladas y con ese tono rosado que las teñía. Lucía como una niña pequeña.
- No es para tanto, Lyds.
La chica se voltea tan rápido terminó la oración. Lydia abre sus grandes ojos avellana, incrédula.
- ¿Que no es para tanto? -pregunta ella, alzando su delgada y bien hecha ceja-¡Me traicionó! ¡Traicionó mi confianza!
La pelinegra suspiró y se sentó correctamente así podía poner toda su atención en la castaña que seguía luciendo indignada.
- Años de dedicación a la basura -meneó su cabeza, irritada. Finalmente se sentó en la cama de su amiga, junto a ella y se cruzó de brazos- Es que debe de estar prohibido que te hagan eso.
La chica rio.
- Lydia, sólo se cortó el cabello.
Ésta se llevó una mano al pecho, en un gesto dramático. Aquello de ser nombrada presidenta del club de teatro le empezaba a afectar.
- Lo dices como si no tuviera importancia, Auri.
- Porque no la tiene -replicó ella tomando el esmalte de uñas y empezando a bañar sus uñas de aquel color dorado que tanto le gustaba-. Le volverá a crecer el cabello y seguirás amándolo de lejos como siempre.
Lydia soltó un profundo suspiro. -Sí, pero ¿quién llenará ese vacío mientras tanto?
- Pensé que te gustaban otros cinco chicos más.
La castaña asintió. - Piensas bien -concedió-, el problema es que ellos no me gustan tanto como Elliot.
Aurora se arrodilló en la cama y se acercó de esa manera a su mejor amiga hasta poder colocarse detrás de ella. Quitó los ruleros que adornaban su cabeza y dejó caer las ondas que habían dejado arreglándolas con la mano para que lucieran naturales.
- De cualquier manera, no importa, lo superaré -Lydia tomó el esmalte color azul metálico y empezó a pintarse las uñas con sumo cuidado-Soy una mujer independiente que es capaz de buscarse más chicos de los que enamorarse ciegamente sin importar que probablemente nunca me hagan caso.
Auri rio.
- Yo creo que eres una mujer independiente que es capaz de darse cuenta que no necesita un hombre para llenar un vacío.
- Bueno, no me molestaría que me llenen el vacío que tengo ahí abajo...
- ¡Lydia! -exclamó Auri avergonzada por el descaro de su amiga.
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Doble Error.
General FictionConocerlos no fue un error, dejarse seducir por ellos sí. Uno es el aire que necesitas para vivir, el otro es el fuego que te mantiene existiendo. La sonrisa que te agita el corazón o la mirada que te hace temblar las piernas. El que te roba el cor...