7. Asuntos pendientes

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Aurora estaba enfadada

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Aurora estaba enfadada. Peor aún, enfadadísima. Si se volvía a encontrar con Trevor no dudaría en tomar su cabeza y estamparla contra la pared más cercana.

Maldijo a Trevor, maldijo haberlo conocido, así mismo maldijo haber ido a la estúpida fiesta esa y por lo tanto también maldijo a Devon por haberla invitado. De paso también maldijo a otras treinta personas más —incluso a Dios por traerla a la vida— porque cuando se enojaba, el mundo merecía pagar las consecuencias.

Había sido un golpe directo a su orgullo. El chico la había hecho ver ridícula viendo y creyendo cosas que no estaban allí y que no existían. Se había burlado de ella en su cara, no una sino dos veces. Lo peor había sido su mirada, su descara y estúpida mirada. Tenía tantas razones para estar enojada con él, pero la más importante era que, por alguna razón, le importaba demasiado lo que le hizo cuando, por lo general, no se lo pensaba más de una vez. Aún sin hacerlo directamente, jugaba con ella y su mente.

Al siguiente día seguía enojada, parcialmente, pero aún enojada. Tenía clase de Química y eso no hacía más que empeorar su humor.

Cerró sus ojos, resopló y empezó a contar hasta cinco tal y como su padre le había enseñado, con lentitud y dando una respiración honda entre cada número.

Trató de controlarse por su bien y por el del resto del mundo. Si algo odiaba de su personalidad eran su temperamento en ciertas ocasiones y no iba a dejar que ni Trevor ni nadie arruinara su día.

—¿Está ocupado? —preguntó una chica apareciendo frente a ella cuando por fin decidió abrir los ojos.

Ella negó con la cabeza. Ese semestre apenas y le había tocado una clase con Lydia, con Jessica y Alondra no tuvo tanta suerte. Algo de compañía no le caería mal.

La chica se sentó a su lado con el mismo desgano con el que ella entró a clase. Sonrió. Al menos no era la única.

—Ni siquiera empieza y ya quiero que acabe —renegó la chica apoyando sus codos en la mesa y dejando descansar su rostro en sus puños.

—Dímelo a mí, vaya día.

—La perfecta manera de alegrar un viernes —agregó la chica con sarcasmo.

Ambas se sonrieron con complicidad. Era gratificante encontrar a alguien con el que compartir un poco del fastidio que le tenía al mundo en ese momento.

La profesora de Química entró y Aurora aprovechó el momento para centrar su atención en su compañera de asiento. Era muy bonita, no tenía una voz chillona ni irritante, de hecho, era bastante agradable y parecía ser bastante simpática, se le veía en su expresión, así que agradeció haber encontrado una buena compañera.

—Les he preparado unas preguntas para la clase. Es para medir su conocimiento del curso y saber exactamente en qué reforzar y desde donde empezar —informó la profesora parándose en cada fila de asientos para distribuir sus dichosas hojas.

Doble Error.Where stories live. Discover now