Doble Error.

21. Fuerte

—¿Hoy también querrás que te lleve algo de ropa?

—Por favor.

—Normalmente los chicos te llevan a restaurantes o parques, no a gimnasios —opinó Lydia—. ¿No querrá darte a entender que estás pasada de peso?

Aurora rodó sus ojos—. No creo que sea eso. Tengo que irme, Lyds, se supone que solo subí a cambiarme de zapatos. Nos vemos dentro de un rato.

Esperó por su respuesta y bajó corriendo las escaleras después de ponerse los zapatos. No quería molestar a su madre más de lo que estaba ya. Sin embargo, se sorprendió al no escuchar sus gritos cuando iba bajando las escaleras. De hecho, parecía que la mujer estaba demasiado ocupada en el teléfono como para preocuparse de cuanto se demoraba arriba.

—No puedo decirle ahora, Lucille —le decía su madre a su tía—. Por supuesto que no me fío de esos chicos pero aun así, me parece muy precipitado. Sí, Trevor es el que me tiene más preocupada, el otro parece que mantendrá la boca cerrada por ahora.

Las cejas de Aurora se elevaron. ¿Cómo es que su madre conocía sus nombres? No recordaba habérselos dicho en ningún momento. Bajó un par de escaleras más, las suficientes para poder observar a su madre caminando de un lado a otro de la sala.

—No hay una forma adecuada de decirle, Luce —suspiró—. Sí, entiendo, aun así trato de mantenerlos lo más alejados que puedo de ella pero no creo que dure mucho. Tengo que ir a arreglar otros problemas pronto. Sí, bien, luego hablamos.

Aurora frunció el ceño. Repasaba en su cabeza las palabras de su madre pero tenía la sensación de encontrarse frente a un rompecabezas al cual le faltaban muchas piezas. Bufó.

—¡Aurora! —escuchó gritar a su madre.

Rodó sus ojos y bajó las escaleras sobrantes para darle encuentro. Se hizo la sorprendida al encontrarla en la sala y se dirigió hacia la isla para poder tomar el desayuno que su madre le había preparado.

—Hoy quiero que vengas de frente de la universidad a la casa.

—Tengo grupo de estudio hoy, también

La mujer arqueó una ceja. —Ya lo dije. Universidad y luego aquí, no quiero repetirlo una vez más.

Aurora rodó sus ojos.

—Ojalá te vayas pronto, ya no te soporto —susurró antes de meterse un poco de cereal a la boca.

La mujer le dio una mirada antes de negar con la cabeza y retirarse. Aurora no supo si la había escuchado o no pero no le importó y siguió comiendo. Estaba segura que ese día sería uno bastante largo, sobretodo cuando su mamá no la viera llegar a la hora que debía.