16. Profundo.

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El taxi se estacionó delante de la pequeña casa que le era ya bastante familiar

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El taxi se estacionó delante de la pequeña casa que le era ya bastante familiar. Se bajó luego de pagar y se acercó corriendo hacia la casa tomándose su tiempo de disfrutar del aroma a tierra mojada. Un paraguas le adornaba la cabeza y un abrigo cubría su cuerpo, resguardándola apenas del frío.

Mandó un mensaje a la chica, informándole que ya había llegado y tomó la llave que se encontraba debajo de la maseta al lado de la puerta. Metió la llave en la cerradura y entró a la casa sin más.

Se limpió los pies en el tapiz que se encontraba en la entrada y soltó un suspiro en el momento en el que el calor de la calefacción la embargó. Amaba el clima que había allá afuera pero el calor que había dentro de la casa no era desagradable en lo absoluto.

—¿Lyds? —llamó.

Dejó su abrigo en el perchero al lado de la puerta y caminó por la casa como si fuera suya. Se imaginó que su mejor amiga se encontraba en su habitación como siempre así que se limitó a subir la escalera para llegar a la habitación de Lydia.

Sin embargo, al llegar a la segunda puerta de la segunda planta un sonido llamó su atención. Se detuvo a escuchar con más precisión y en seguida se arrepintió al darse cuenta que se trataba de sonidos sexuales. Hizo una mueca de asco y se apresuró a entrar a la puerta que le correspondía a su mejor amiga.

—¿También lo escuchaste? —preguntó Lydia, quitando la mirada de su libro. Acomodó el separador en la página donde se había quedado y lo cerró—. Leer una novela erótica con gemidos de fondo es como si el libro viniera con banda sonora.

Aurora no pudo evitar rodar sus ojos tanto por sus palabras por lo que acababa de escuchar. En aquel momento de silencio se escuchó un nuevo grito y ambas chicas se miraron con repulsión.

—No puedo diferenciar si lo está pasando bien o mal —musitó.

Lydia soltó un suspiro. —Yo lo que no puedo diferenciar es si se trata de una mujer o de un animal.

Ambas chicas compartieron una mirada cómplice antes de echarse a reír. Lamentablemente, la risa fue acallada por otro aullido por parte de los chicos del otro lado de la pared.

Aurora no recordaba cuando fue la última vez que se enteró si Evan tenía alguna relación con alguna chica y, aunque trataba de recordar, no llegaba ningún indicio de que Evan había retomado su vida amorosa.

—¿La conoces? —inquirió.

Lydia negó. —Nunca la había visto —su rostro se contrajo en una mueca de asco ante otro alto gemido—. Será la primera y última vez que la veré por aquí así que me tiene sin cuidado.

Las cejas de Aurora se dispararon hacia arriba. Se cruzó de brazos, dispuesta a indagar.

—¿A qué te refieres?

—No es de la chica que repiten el plato, si sabes a lo que me refiero —dijo sin más, quitándole importancia con la mano al asunto—. Obviamente no la volveré a ver.

Doble Error.Where stories live. Discover now