2. Fiesta tranquila

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Auri corrió por los pasillos, apresurada

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Auri corrió por los pasillos, apresurada. Se había distraído con sus amigas más de lo debido y ahora estaba llegando tarde a clases. Por lo general no le pasaban ese tipo de cosas y apestaba tener que correr como alma que lleva el diablo por toda la universidad.

La puerta del salón se encontraba abierta aún, dándole un poco de esperanza de no ser tan tarde como esperaba, pero apenas se colocó delante de la puerta pudo darse cuenta que el profesor se encontraba ya adentro, a punto de empezar la clase.

Dio un paso dentro del salón y el profesor, como si tuviese un sensor de movimiento, fijó su mirada en ella. No era precisamente una mirada de amabilidad.

Ella tragó. - ¿Puedo pasar?

- No. -el profesor le dio la espalda.

Auri abrió la boca, sorprendida.

Eso sí que era un mal inicio de clases.

Pudo ver como algunos alumnos la miraban compasivos, y otros evitaban su mirada y se volteaban a hablar con el más cercano. La chica dio un paso atrás dispuesta a dejar el lugar con la poca dignidad que le quedaba cuando el profesor regresó su mirada a ella con una ligera sonrisa en el rostro.

- Entra, rápido, y que no vuelva a ocurrir -Auri entró al salón veloz sin darle al profesor la oportunidad de reconsiderar su posición- Y no hagas más escándalo, por favor. Suficiente tengo con que sea el primer día de clases y tener que observar sus hermosos rostros -el tono en su voz le advirtió de su sarcasmo.

Ella asintió y recorrió el salón con su mirada. Solía sentarse en los sitios que se encontraban al medio del salón así podía tener una buena visión sin tener que ser el objetivo del profesor. Sin embargo, todos esos sitios estaban ocupados ahora y solo quedaban un par en la parte de atrás.

No lo pensó más y decidió sentarse en el primero que encontró sin darle mucha importancia, estaba segura que en la próxima clase podría coger un mejor asiento.

- Espero que disfruten sus asientos porque serán los mismos por el resto del semestre -anunció el hombre pasando una mano por su largo y frondoso cabello negro.

Se colocó sus lentes y sonrió. Auri quiso matarse en ese preciso momento. El ciclo no estaba empezando de la manera en la que esperaba y tenía la impresión que seguiría de esa manera, al menos con ese profesor.

Cerró sus ojos y contó hasta cinco. Cuando los volvió a abrir ya se encontraba más tranquila. Si el profesor no se lo iba a poner fácil, al menos ella se encargaría de hacerlo fácil. Con una mejor actitud, buscó en su mochila su libreta y un bolígrafo. Estuvo a punto de gritar de frustración cuando no encontró ninguna lapicera.

Pasó una mano por su rostro, exasperada. Levantó su mirada lista para pedirle a alguno de los que se encontraban cerca una lapicera cuando su rostro se encontró con una de cerca. Sus ojos pasaron de la lapicera al chico que la sostenía. El chico le sonrió y eso fue todo lo que necesitó para tomar el bolígrafo.

Doble Error.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora