26

1.5K 130 427
                                    

Capítulo veintiséis.

Narrador en tercera persona.

                        * * *

Los padres de Emily llegaban de otra reunión de trabajo, aún así, exhaustos, el padre de Emily tomó su teléfono marcando el número de su hija.

- Papá, hola. - se escuchó del otro lado.

- Cariño, ¿Estás bien? Te escucho algo...

- Estoy bien, papá. - le interrumpió.

- ¿La estás pasando bien?

- Si a pasarla bien te refieres a dormir, sí. - le dijo sarcásticamente.

- Escúcha amor, ahora tengo que irme, pero luego tenemos que hablar de algo.

Un silencio invadió el celular.

- ¿Algo bueno o malo?

- Será bueno, te gustará la idea. Bueno, te llamo luego.

- ¡Espera, papá!

- ¿Qué ocurre?

- ¿Prometes llamarme?

- Claro que lo haré.

- Prometelo, por favor. Sólo... Necesito que lo prometas.

- Te lo prometo, cariño, prometo llamarte.

Era una promesa.

                         * * *

Emily

Me encontraba leyendo un libro, uno de los cuantos que tenía en mi estante. Uno que en realidad ya había leído, pero ya no tenía libros que no hubiera leído.

El libro era muy interesante en verdad.

— Lo he dicho «siempre» hoy, varias veces, «siempre, siempre, siempre», pero ella seguía hablando sin decírmelo. Era como si ya me hubiera marchado. ¿Sabes? «Siempre» era una promesa. ¿Cómo puedes romper una promesa y quedarte tan campante?

— A veces la gente no es consciente de lo que está prometiendo. — añadí.

— Claro, por supuesto, pero aún así mantienes la promesa. Eso es el amor. El amor es mantener las promesas pase lo que pase. ¿No crees en el amor verdadero?

No contesté, porque no sabía que contestar. Pero pensé que si el amor verdadero existía, la suya era una buena definición.

— Bueno... Yo sí creo en el amor verdade...

- ¿Emily? - Tres leves golpes me desconcertaron de mi lectura, alzando la vista hacia quien acaba de interrumpirme.

Comenzó a acercarse hasta quedarse a un lado de mí.

- ¿Qué pasa?

- ¿Qué lees? - interrumpió.

Le pasé el libro y lo primero que hizo fue ver su portada.

- Gran libro. - añadió.

- ¿A qué vino, señor Mendes? - fui directo al punto.

- ¿Desde cuando la formalidad?

- ¿Desde cuando metiéndose en cosas que no le incumben? - hablé sin mirarlo a los ojos.

La habitación solo era silencio.

Perfectly Disagree [PAUSADO]Where stories live. Discover now