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Capítulo treinta y dos.

Se encontraba dando pasos en círculos en aquel lugar como si estuviera perdida.

Prácticamente estaba algo desconcertada ya que nunca había ido a un lugar así ni menos sin compañía.

Caminaba con su respiración irregular de todas las mañanas, escaneando cada centímetro del lugar.

Niños llorando, adultos durmiendo, enamorados y familiares abrazándose con casi desesperación.

Estaba en aquel aeropuerto.

Sentía la necesidad de preguntarle a alguien a donde debía ir, pero sería ridículo ante su mayor esfuerzo.

Sus pisadas cada vez eran con más intensidad que antes, inhalaba por la nariz y exhalaba por la boca calmando momentáneamente su leve asma, tal y como él le enseñó.

Él le había enseñado tantas cosas, de alguna manera le había demostrado de otra perspectiva que el mundo no era tan malo como ella lo imaginaba.

Algo en su corazón sentía, se aceleraba, lograba oír sus latidos ante aquel recuerdo.

Su corazón sólo se aceleraba cuando se trataba de él.

Él era dueño de sus pensamientos, él los manejaba de una manera muy sentimental que por casi que la ojiazul en cualquier momento se echaría a llorar en el mismo aeropuerto.

Pero decidió reprimirse a eso, reprimir sus sentimientos y emociones, y no volverlos a demostrarlos con nada ni nadie.

El sonido que resonó por todo el aeropuerto hizo desvelar a la ojiazul, quien se encontraba sumergida en una nube de pensamientos o más bien recuerdos.

Y lo supo todo, estaba por perder su vuelo.

Tomó el pequeño pero cargable bolso en su mano y comenzó a dar apresurados pasos hacia donde tenía que estar en ese mismo momento para subirse al avión.

Pudo notar a los pocos centímetros la puerta donde tenía que entrar, la cual una señora estaba cerrándola.

El grito casi inaudible hizo voltear a la señora, le insistió un par de veces para que la dejara entrar, hasta que finalmente cedió.

-¡Gracias! -gritó casi antes de entrar. - Idiota. - le murmuró corriendo por los pasillos angostos del aeropuerto.

En el momento menos esperado, en el cual corría por no perder ese vuelo, algo de arrepentimiento se aproximaba dentro de ella, como si alguien le dijera que no lo hiciera.

Pues sí, yo, idiota.

Claro que no sólo era su subconsciente.

Por alguna razón se preguntaba a ella misma, ¿Cómo estará Shawn?

• • •

-Mira yo... Emily, - aclaró su garganta. - Eres una chica encantadora y no sabes lo feliz que me haría ser ese chico para ti, que te cuide y proteja, que te ame cada día de tu vida, y que te demuestre lo mucho que val... No, muy cursi. - se dio un leve golpe diciéndose a sí mismo "Piensa, Shawn".

Sus manos hechas puños sudaban, su frente igual, su cabello se encontraba como cada mañana al despertar, con pequeños cabellos ondulados despeinados y molestando su vista.

Caminaba de un lado a otro, nervioso, pensando lo que diría.

Pensando cada palabra que le diría finalmente a Emily.

Estaba a punto de declararse a la chica el cual estaba obsesionado por amor.

Pero algo de inseguridad lo abrumaba, algo que por muy dentro de él le preguntaba muchas veces "¿Por qué lo haces?" Y él, simplemente no encontraba respuesta.

Perfectly Disagree [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora