Definitivamente, ¡Le caigo mal a Cupido!

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—¡Ooh! ¡Pero qué rápido viniste!

—¡Hola, Sam! Bueno, hubiese venido antes pero tuve que pasar por mi casa a buscar mis herramientas. También el tráfico en la 18 a esta hora es bastante lento.

—¡Pero si casi volaste! Agradezco mucho que hayas venido. ¡Ven! ¡Pasa adelante!

Una muy sexi Sam, vestida con un diminuto y ajustado vestido rosa, por supuesto bien maquillada, con su cabello –ahora rubio- suelto y bien peinado, tacones y un exquisito perfume; recibía a su atento galán maduro que entró con algo de timidez a su departamento. Era la primera vez que le recibía allí; y los nervios de ambos estaban a flor de piel.

—¿Puedo ofrecerte algo? ¿Un vaso de agua? ¿Café? ¿Una gaseosa?

—Un vaso de agua estaría bien, Sam. ¡Ah! Disculpa que no te lo haya dicho antes, pero estás muy linda...

—¡Ay! ¡Que caballeroso! ¡Gracias, cariño!

Sam tomó de la mano a Nicholas y lo llevó hasta la cocina. Mientras le servía el agua, este colocó su caja de herramientas sobre la mesa, se quitó su saco para arremangarse la camisa y se dispuso para empezar a trabajar.

—¿Aquí es donde tienes el problema de la tubería? —comentó Nicholas señalando el fregadero.

—¡Sí! ¡Allí mismo! —Sam le extendió el vaso con agua y no dejaba de sonreírle.

Después de beberlo, el sexi madurito se acomodó bajo el fregadero con sus herramientas para revisar el problema. Sam no le quitaba la vista de encima: Realmente era un hombre muy guapo y tentador, se mordía los labios de sólo pensar todo lo que podría hacer con él en una cama... ¡Y no era precisamente dormir!

—Sam, cuando te diga abre el grifo de fregadero un momento.

—Si... ¡Ahora mismo!

Sam estaba tan "atontada" en ese momento por su galán que le entendió mal y lo abrió de una vez. El pobre Nicholas, que ya había sacado el sifón de la tubería, recibió en ese instante aquel baño de agua sucia y desechos encima.

—¡Ciérralo, Sam! ¡Cierra el grifo!

—¡¡¡Ay!!! ¡Mi santo niño amelcochado! ¡Lo siento! ¡Lo siento!

Nicholas salió de debajo del fregadero empapado de agua y quitándose los lentes para poder ver bien. Sam se puso muy nerviosa, asi que tomó el rollo entero de papel secante y corrió a secarlo.

—¡Pero que torpe fui! ¡Lo siento, Nicholas!

—No te preocupes, linda. Sólo me cayó algo de agua sucia, no es nada. —respondió este mientras tomaba papel y se secaba la cara.

—¡Ay...! ¡Tu camisa! Si quieres quítatela. Yo puedo lavarla y meterla en la secadora mientras tú terminas allí.

—¿Quitarme la camisa? Bueno, si no te molesta que esté aquí asi...

—¿A mí? ¡Para nada! Digo, no me molesta, además estamos en confianza... ¡Sólo dámela!

Nicholas empezó a desabotonarse la camisa y luego de quitársela, con no poca timidez se la entregó a Sam. Por supuesto que nuestra –ahora- rubia casi se le salía la baba de ver a su galán de esa forma y con ese pecho velludo y canoso. El madurito se conservaba bastante "firme" y hasta tenía ciertos músculos muy bien marcados.

—¡Oh! ¡Santo niño de la Melcocha! ¡Me lo quiero comer! ¡¡¡Me lo quiero comer!!! Espera, Sam ¡CALMATE! No te precipites, no lo eches a perder como siempre. ¡Contrólate! ¡Respira profundo y sonríe! ¡Oh Dios! Menos mal que tengo una vagina porque si tuviera pene no podría disimularlo mucho en este momento...

¡Quiero un gordito para Llevar!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora