Capítulo 15

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Este es un capítulo que aparece en Sencilla obsesión desde el punto de vista contrario, pero que no conocéis y que está incluido en la variante editada de la novela. No lo tenía listo, pero para respetar las fechas y publicarlo hoy, tuve que hacerlo rápido. Así que está poco desarrollado y menos corregido, pero espero que os hagáis una impresión general :) Besitos a los que seguís conmigo :)

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Noviembre 2013 —Íria

—Cómo voy a poder a vivir sin tiiiiiiiiiiii —canturreé, tan afónica que asuste hasta al viento y se detuvo del proceso de barrer las hojas muertas.

—Como lo hiciste hasta ahora —me replicó Liza, tragando su inmenso bolso por el suelo.

Hice una pausa para esperarla. Mis pasos eran más largos y no había cometido su error de mezclar las bebidas. Mi estado de ebriedad no pasaba de la escala cinco; estaba tan bien que todo el mundo flotaba a mi alrededor. Me sentía como una de esas hojas, maltratada por el viento. Todo viene y va, todo se transforma, el sol vuelve a salir después de la tormenta, bla, bla. Tenía la sensación que había descubierto el mismísimo misterio de la vida.

Liza, por el contrario, no podía afirmar lo mismo. Era un misterio cómo se mantenía de pie, aunque el baile contorsionado de sus pies no podía ser llamado caminar.

—Mi marido me castigará —dijo, arrastrando las palabras. Renunció a cargar su bolso y lo tiró en el suelo, sentándose encima de él.

No nos quedaba mucho hasta llegar a casa, pero principio de noviembre en un pueblo montañoso a las nueve de la tarde significaba noche plena, carreteras vacías y olor de madera quemada que salía por el horno de las casas. Es decir, muerte a la diversión. Me eché a reír con el siguiente pensamiento: nosotras la habíamos encontrado.

—No será celoso de José Cuervo —bufé, poniendo las manos en los costados—. Aunque fuera mejicano, es el rey de las tequilas, no hay sitio para diferencias raciales —argumenté, segura de que tenía razón.

—No sé yo. No sé. Los hombres dan la impresión que son fácil de llevar, pero es una graaaaaandeee equivocación —me informó, estrechando los ojos ante la luz de la farola que sostenía su espalda.

—¡A mí me lo cuentas! —exclamé en un chillido—. Tienen una mente tan complicada. No puedo averiguar nada de lo que piensa. Cuando me suelta una miga de pensamiento la tomo como si acabara de encontrar el tesoro perdido del rey Tuntankamon.

—Creía que habíamos abolido a Jared por la mitad de la botella. Está muerto. ¡Caput! —vociferó cortando el aire cerca de su garganta.

—Así es —le aseguré, agitando la cabeza con demasiada energía—. Pero se resiste, ¿sabes? Se metió aquí y aquí —le expliqué, señalándole mi corazón y luego golpeándome la cabeza con el dedo índice—. E hizo raíces. No puedo sacarlo. No sin perder una parte de mí —lloriqueé.

—Si hubiera sabido que el alcohol te convertía en filosofa, me hubiera ahorrado el tiempo —me informó. Incluso en el estado cinco de ebriedad, noté la decepción en su mirada y la mía bajó avergonzada—. ¡Lo sé! —gritó e hizo el intento de levantarse. Falló dos veces hasta que me decidí a ayudarla. Se agarró a mi brazo y me miró con los ojos llenos de estrellas—. Vamos a emborrachar a Jared y sacarle la verdad.

Sencillamente perfecto (SIN EDITAR) - TERMINADAWhere stories live. Discover now