1

33.4K 1.5K 245
                                    

La actualidad

      Era sábado y era temprano. Muy temprano como para que el tonto de Chris, el vecino de arriba, estuviera tocando la guitarra. Su música era tan estridente que podía escucharse desde el otro lado del planeta. Y lo más irritante era que estaba justo sobre ella. El techo temblaba y parecía que iba a producirse un terrible derrumbe en cualquier momento.

     Chuíng, chuíng, chuíiiiiiiiiing.

      ─¡Ya basta!

     Joanna se dio vuelta y colocó la almohada sobre su cabeza. Quería seguir soñando. ¿De qué servía estar de vacaciones si no la dejaban dormir en paz? Y recién era su primer día. No quería ni imaginar cómo sería el resto del verano. Chris nunca se cansaba. ¿Acaso no dormía? Sí, claro que lo hacía, pero no de noche, como cualquier humano normal. Era todo un excéntrico. Y por supuesto, tenía que ser amigo de Evan.

      ─¡Despierta, dormilona! ¿Adivina quién ha venido a visitarte?

      Jo dio un salto del susto, pero se negó a abrir los ojos. Tenía que ser Evan.

      ─¡Déjame dormir! ─se quejó ella, lanzándole con la almohada─ ¿Qué, acaso tus padres nunca te enseñaron a respetar el sueño de los demás?

      ─¡Ay! Prima, no te enojes. Recuerda que tú me pediste que viniera hoy. ¿O ya te olvidaste? Pásate a eso de las ocho —dijo, imitando su voz—. Y aquí me tienes.

      El chico se acercó a la cama y, de un tirón, destapó a Jo, quien se acurrucó a causa del frío.

      ─Vamos... levántate. Hazlo por mí, o por los huerfanitos que no tienen a nadie a quien abrazar, o por las hectáreas de bosques deforestados.

      ─Vete. Déjame en paz, y dile a tu amigo que si sigue haciendo tanto ruido, le arrojaré la guitarra por la terraza, junto con él.

      ─¿Todavía estás enojada por lo que pasó con Chris? Estoy seguro de que lo siente muchísimo. Pero no es mi culpa que te vaya mal con los hombres. Es hora de que te levantes, y camines hacia delante con la cabeza en alto ─y añadió, en tono de súplica─ Y de que ayudes a tu adorable primo a terminar su trabajo de historia antes del mediodía. El plazo para entregarlo vence hoy y estoy hasta la cabeza. Por favooooor... nunca más volveré a pedirte otra cosa. ¡Ya sé, haré lo que me pidas durante un mes!

      La chica se sentó, con cara de pocos amigos. Sabía que no dejaría de atormentarla, hasta que le dijera que sí. Siempre la misma historia.

      ─Lo único que quiero es dormir. Pero entre tú y tu amigo el rock star, han hecho de eso una fantasía imposible de cumplir. Yo no sé por qué cuernos te metiste en la universidad, Evan, si ni siquiera te molestas en asistir a clases. Y es lógico que estés hasta el cuello, si ni te preocupas por hacer los trabajos que te piden.

      Él suspiró.

      ─Ya sabes lo que dice Verónica. Si no estudio una carrera, me dejará. ¿Puedes creerlo? Todo, porque le encantan los universitarios. ¡Ja! ¡Dejarme a mí! ¿Te imaginas? No puedo permitir que se haga eso. Es inconcebible.

      ─Tal vez deberías dejar que cumpla con sus amenazas, a ver qué pasa.

      ─¿Qué? Ah, no, señorita. Si me quedara disponible me pasaría lo mismo que el año pasado, y no lo toleraría de nuevo. Tu amiga será muy simpática, pero nosotros sabemos que es una chiflada.

      ─No digas eso. Violeta es mucho más normal que ese idiota amigo tuyo amante de las motocicletas. Al menos ella sí cumple con lo que promete.

El ángel de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora