MAGIA PELIGROSA

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El hombre que meditaba levantó la vista y me sonrió con simpatía. 

- Buenos días, señorita. 

- Bu-buenos días, maestro. 

- ¡Maestro Fu! - Tikki voló hacia él como si no lo hubiera visto en años. 

- Hola pequeña carmesí. ¿Cómo te fue en París? 

Mientras ella le contaba lo que había hecho mi ciudad natal, yo recorría el salón con la mirada. En todos los rincones había algo diferente. Espadas, sables, látigos, mazos, chacos ninja, hachas, cintas, varas y una caja. Un momento... Yo he visto esto antes, ¿pero dónde? Me acerqué a ella para mirarla con detenimiento. Estoy segura de haberla visto en otro momento. 

- Ábrela - me sobresalté al escuchar al maestro Fu tan cerca, no lo oí venir. 

- ¿Qué es? 

- Es un regalo de tus padres, iban a dártelo el día que te dijeron la verdad pero al darse cuenta que ya tenías demasiada información, prefirieron guardarlo para más tarde. - Tikki sonrió divertida al recordar mi desmayo. 

Me avergoncé al recordar mi reacción de ese día y desvié mi mirada a la caja. La tomé y la abrí con cuidado. 

- Es... ¿un yo-yo? ¿por qué mis padres me dejan un juguete en un salón de armas?

- Porque eso, querida niña, es un arma. 

- ¿En serio? esto, ¿un arma? - no quería sonar arrogante frente al maestro pero creo que él no entendía lo que estaba en esa caja, ¿cómo prentende que venza a alguien con un yo-yo? ¿Espera que rete a la cosa que hizo huir a mi familia en un duelo de yo-yo?

- Cada persona en este reino tiene un objeto que le permite canalizar su energía, Marinette. Relojes, varas, abanicos, flautas... lo que quieran, pero debe tener una conexión especial con ellos. Tus padres ya me contaron acerca de tu relación con este "juguete". - El maestro Fu hizo comillas con sus manos para enfatizar la palabra que usé hacía un momento. - Cuando eras niña, te regalaron uno de estos. Estabas encantada. No podían separarte de él. Aprendiste trucos que sorprendieron a todos los que te conocían. Con el paso de los años, lo fuiste dejando de lado, pues creíste que era tonto seguir con esos juegos de niños. Pero tus padres descubrieron tu objeto, tu energía fluía libremente mientras jugabas con él, pero en ese entonces eras muy pequeña como para notarlo. 

Tomé el yo-yo con curiosidad genuina y enrollé la pita en mi dedo. Lo sostuve un momento antes de dejarlo caer. Cuando lo solté y esté luego volvió a subir, sentí como una corriente eléctrica me recorría. Era una sensación completamente nueva. Volví a hacerlo. Algo dentro de mí se hacía más fuerte, me sentía animada, imparable. Repetí la acción varias veces hasta que me atreví a hacer algo un poco más acrobático. Empecé por "dormirlo", quedó abajo rodando un rato hasta que tiré de él y volvió a subir. Después enredé la pita entre mis dedos y quedó rodando en medio de un triángulo de su propia pita, como un columpio. Y luego recordé mi favorito: la vuelta al mundo. Dormí el yo-yo para comprobar si funcionaría, y cuando noté que me daba el tiempo suficiente lo hice girar. Realizó un círculo perfecto, pero algo pasó cuando volvió a mi mano. Algo salió disparado de él, y si no fuera porque lo tenía en mi mano, creería que lo había roto.

- Antes que empieces a utilizarlo, debo enseñarte muchas cosas. 

- ¿Qué fue lo que salió del yo-yo?

- ¿Te refieres al as de luz que viste?

- Si...

- Eso, mi joven aprendiz, es la materialización más pura de tu energía. ¿Quieres ver qué puedes hacer con ella?

Asentí entusiasmada. El maestro Fu fue en dirección hacia una pared, donde noté que algo no estaba... del todo bien. 

- Casi destruyes mi pared, jovencita. 


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Hola amores, 

quiero ver comentarios, sus opiniones me interesan mucho, una chica me hizo el día sólo con decirme que no estaba de acuerdo con algo. Esa es la idea, que ustedes me digan sus ideas para así también juntarlas con las mías. 

Abrazoooos 



La princesa perdida (pausada)Where stories live. Discover now