A SUS ÓRDENES, PRRRINCESA

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Holiiiiiis

Quería dejarles este regalito. 

Ahora si, ¡nos leemos nuevamente en diciembre!

Disfrútenlooo. 

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He pasado un mes entero en este país nuevo entrenando casi 12 horas a diario. He perfeccionado mis técnicas de baile y ahora manejo muy bien mi nuevo don. El ballet se ha vuelto para mí todo una rutina de batalla, he aprendido a manejar los abanicos y ahora son para mí como un par de alas. En mis últimos entrenamientos el maestro me ha hecho enfrentarme a ilusiones mágicas para que entienda lo que es luchar de verdad, una cosa es practicar sola o pelear contra el maestro Fu y otra muy diferente es enfrentarme a algo desconocido e impredecible. 

En la mañana, Wase, el kwami del maestro, me dijo que la clase quedaba cancelada y que debía ir en la tarde porque el maestro Fu tenía cosas importantes qué atender. No sabía cómo pasar el tiempo de la mañana así que me puse a bailar en mi habitación. Cuando vi que eran las cuatro de la tarde regresé al salón y lo primero que vi me dejó completamente estática: una cabellera rubia y traje negro. No pude evitar pensar en Adrien, incluso sospeché que era él. Me acerqué despacio y cuando ya estaba a una distancia prudente me detuve. 

-  ¿Creíste que no te escucharía llegar? - el desconocido se giró y noté sus inusuales ojos. 

- Lo lamento, es solo que... me recordaste a alguien que conozco. - No pude ocultar mi decepción. Se parecía demasiado, pero había algo en él (además de sus ojos felinos) que no encajaba con mi Adrien. Pero pensándolo mejor, yo sí había visto a este chico. - Tu... ¡tú fuiste quien me atacó recién llegué aquí! 

Mi acusación lo tomó desprevenido. Me miró con los ojos completamente abiertos y, cuando esperaba una disculpa o alguna muestra de arrepentimiento, empezó a reírse como si le hubiera contado el mejor de los chistes. Lo observé completamente ofendida por su reacción, pues tomó mi reclamo como una burla. 

- Vaya, así que la petite prrrincess  me recuerda, es todo un honor ser recordado por una jovencita de semejante belleza. 

No sabía que decir. Mientras mis mejillas se tornaban completamente rojas tomó mi mano y dio un beso en esta, igual como la primera vez que nos encontramos. Retiré mi mano con rapidez, le di la espalda y me crucé de brazos. 

- No eres más que un gato engreído y adulador. No es difícil recordar a una persona que te pegó un susto de muerte. El honor que dices tener primero, no lo mereces; y segundo, no lo tienes. Así que por favor, no te hagas falsas ilusiones. 

Antes de poder recibir respuesta o agregar algo más a mi comentario, el maestro Fu apareció en el marco de la puerta. Tenía un sonrisa traviesa en los labios y una mirada brillante que evidenciaba lo interesado que estaba en nuestra corta conversación. 

- Veo que por fin se conocen. 

- Nos conocíamos con anterioridad señor Fu - miré al chico de la peor forma posible y él sonrió coqueto. 

- ¿En serio? 

- Así es maestro, - él se acercó a mí y rodeó mi hombro con uno de sus brazos - ya habíamos tenido el placer de vernos. 

Me zafé de su abrazo y lo ignoré por completo. El maestro nos miró a ambos y suspiró. 

- Bueno, entonces si ya se conocen, supongo que ya se presentaron formalmente.

Los dos nos miramos y aparté la vista enojada. Este chico me desesperaba con solo verlo. 

- Pues... - el chico-gato se rascó la nuca algo nervioso - en realidad solo me ha estado regañando todo el rato...

Al escuchar esas palabras mi nivel de enojo llegó a su límite. 

- ¿Disculpa? - lo miré y al notar que solo me ignoraba, me dirigí hacia el maestro Fu - maestro, este chico me atacó hace un mes dentro del palacio, de la nada llegó y me persiguió y...

- Lo sé, princesa. 

- ¿Lo sabe? 

- Así es, lo sé, y créeme cuando te digo que también estuve un buen rato reprochándole sus acciones. Pero bueno lo verdaderamente importante, es que a partir de ahora él será tu compañero en tu lucha por salvar a tu reino. 

- ¿Mi compañero? ¿qué? 

El chico hizo una reverencia ante mí y nuevamente tomó mi mano. 

- Soy Chat Noir, a sus órdenes My Lady.  




La princesa perdida (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora