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Capítulo 3

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Blair estaba sentada en el banco afuera de la escuela, donde los perdedores que aun no tenían auto esperaban a que sus madres fueran por ellos: o sea, todos los de primer año y parte de los de segundo.

Antes de que el mundo se viniera sobre sus hombros y la aplastara cual mosca, ella solía ser llevada a casa por Greg o alguna de sus amigas aduladoras. Ya ni siquiera recordaba sus nombres. De todas maneras, jamás pudo diferenciarlas. Todas eran chicas, y todas eran menos bonitas que ella, según su perspectiva.

En la mañana el chofer que llevaba a su hermanito a la primaria la había llevado a ella también, pero se confió demasiado y le pidió que no pasara por ella a la salida. Mala elección, porque ninguno de sus nuevos "amigos", si es que así podía llamárseles se había ofrecido a llevarla. Blair comenzaba a acostumbrarse al rechazo y eso la deprimía. Ahora yacía en el banco, esperando que su madre le contestara el WhatsApp.  

—Molly, hora de irnos. —La última pequeña chica de primer año que quedaba a su lado se levantó. El chico que la había llamado tomó su mochila rosa y la colgó en su hombro libre.

La rubia le dirigió una mirada rápida. Blair lo reconoció rápidamente. Era ese chico de su clase de álgebra del año pasado, que siempre estaba sonriendo como si él también tuviera el mundo a sus pies. Una que otra vez ella había levantado su vista hacia la hoja del examen de él, sentado a su lado y había copiado sus respuestas. Era lo que Blair hacía para aprobar cada examen cuando no estudiaba. Y eso era básicamente todo el tiempo. Y creía haberlo visto por su vecindario algunas veces.

Él chico la miró y esbozó una sonrisa sincera. Se ajustó ambos bolsos y se giró para pararse frente a Blair. Ella levantó la vista, entornando los ojos porque la luz del sol la estaba cegando. Había pasado mucho tiempo mirando al pavimento.

El transmitía una buena vibra y por sobre todas las cosas comodidad. Su cabello estaba despeinado atrás de su cabeza, con mechones café sobresaliendo, pero adelante su flequillo estaba peinado, cayendo sobre su frente, como si pasara sus manos por esa zona seguido, lo cual era bastante probable. Blair pensó que tenía cara de chico bueno, de empollón más bien. Ella sabía que no pertenecía a ningún equipo de deportes porque era lo que ella llamaría "flaco nerd, larguirucho" no tanto como Hannah, pero esa camisa a botones, holgada, con la camiseta abajo, negra demasiado ajustada, lo hacía verse más delgado de lo que realmente era.

Él levantó sus pobladas cejas en confusión cuando la pequeña castaña de ojos similares a los suyos jaló su manga, en dirección a una  camioneta Jeep Wrangler verde musgo, algo vieja, estacionada en el hombrillo.

—Espera Molly. —Él hizo un gesto con la mano. Se giró de nuevo y metió sus manos en ambos bolsillos— ¿Rain? ¿Tienes alguien que te lleve? —Preguntó amablemente. Su voz era tan suave y juguetona como la de un niño.

Blair se obligó a sonreír sin ganas.

—Estoy bien. —Dijo, y eso sonó más a una mentira que cualquier otra cosa que hubiera dicho antes.

—No te pregunté eso, Rain. Te pregunté si tienes alguien que te lleve a casa. Puedes venir con nosotros si estás sola. —Blair lo miró mal, pero él no dejó de sonreír.

—En realidad no, pero ni en un millón de años iría a casa contigo. —Ella agitó su coleta rubia, volteando su cara hacia el otro lado.

—Bueno, lo intentamos, vamos Eugene. —Molly tiró del brazo del chico, pero él no se movió, con un movimiento se zafó sin borrar la brillante sonrisa de su cara, la cual mantenía por razones que Blair desconocía, porque hacía un día terrible para ella y sonreír no estaba su lista, probablemente para él había sido un día lleno de buenas situaciones, comparado con él infierno de ella.

La vida después de la popularidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora