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Capítulo 7

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Blair se encontraba sentada en la pequeña cama de una plaza de Hannah. Con un pastelillo de chocolate en su mano derecha, su caro bolso sobre su regazo y las manos cruzadas sobre este. Estaba mirando la puerta de la habitación de Hannah. Donde estaban todos sus gorros colgados en un perchero. Hannah tenía varios, de todos los colores existentes y figuras extrañas. Había uno verde, en forma de cocodrilo, que Blair pensó que si te lo ponía seguro parecería que te está comiendo la cabeza.

Becky y Hannah discutían afuera. Ninguna de las dos tenía idea de que hacer.

—Bueno, ya está aquí ¿Ahora qué? —Preguntó Becky.

— ¿Y yo qué sé? Tú la invitaste. —Hannah respondió. 

— ¿Qué crees que quiera hacer?

—Probablemente no estar aquí.

—Eso es ridículo ¿Entonces por qué dijo que sí? —Espetó Becky en voz baja.

—No lo sé, tal vez estaba confundida por toda esa rica pizza. —Susurró Hannah— Tengo entendido que ella no comía mucho de eso antes.

—Vamos adentro, antes de que salte por la ventana. —Aconsejó Becky. Estiró su mano y abrió la puerta. Blair estaba parada a unos pocos centímetros de la puerta. La miró con los ojos entornados.

—No saltaré por la ventana, ¿Por qué saltaría por la ventana? —Interrogó Blair.

—Yo... no lo sé, es que esto es nuevo para nosotras. Sabemos poco de ti. —Blair volvió a sentarse y le dio un mordisco al pastelillo sin pensarlo.

—Bueno, yo... —Se detuvo de pronto y abrió los ojos. Miró el pastelillo y masticó más rápido, le dio otra mordida voraz— Dios mío, está delicioso ¿Qué es lo que tiene? —Le preguntó a Hannah.

—Azúcar. —Contestó con un poco de sarcasmo. Blair rió. Desde el almuerzo, reír era lo único que le provocaba hacer. Tal vez era el síndrome raro que tenía ese tonto chico sonriente. Sí, tal vez Eugene le había contagiado su felicidad. No es que fuera una cosa mala, pero tampoco era tan buena. Porque dentro de su cabeza titilaba la brillante sonrisa de comercial de Eugene y no se podía explicar por qué.

— ¿Y... qué hacen para divertirse? —Preguntó con la boca llena de pastelillo la rubia, sentada en la cama, mirando fijamente el pastelillo, buscándole la explicación a su exquisito sabor. Lorena solía hacer de esos antes, pero cuando Blair entró al equipo de animación y fue más importante mantener su peso en la línea indicada que comer lo que ella preparaba, dejó de hacerlos para ella.

—No mucho. Escuchamos música, vemos películas, hablamos de chicos, vamos al centro comercial y molestamos gente. —Becky se encogió de hombros. Blair las miró. Debe ser porque ella no había hecho nada de eso con Macy y Hilary, no hacían nada que no fuera ir de compras y hablar de las personas que les desagradaban en el instituto. Y lo que Becky y Hannah hacían parecía bastante divertido, así que terminó de comer su pastelillo y mandó todo su glamur al diablo.

—Bien, hagamos algo de eso. —Dijo.

— ¿Algo de eso? —Inquirió Hannah, sorprendida. Se balanceó sobre su pie bueno y se rascó la nuca— Bien ¿Qué quieres hacer primero?

—Lo que sea. —Blair se levantó— ¿Por qué no vamos al centro comercial primero? Otro día venimos aquí y hacemos cosas... de amigas, o eso. Necesito ver cómo sin en público primero. —Se encogió de hombros. Blair tenía sus razones.

Hubo un silencio incómodo por unos segundos, pero Becky lo extinguió dando un paso al frente. Le dio un codazo a Hannah y sonrió.

— ¿Crees que tu madre nos preste el auto?

La vida después de la popularidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora