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Capítulo 14

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Blair ayudó a Roscoe a montarse en la parte trasera de la camioneta de Eugene y él cerró la puerta. Blair se quedó con él ahí, limpiándole la sangre del labio. Roscoe no quería hablar. Le levantó la camisa para mirar cuánto daño le habían hecho. Estaba lleno de moretones, que lucían mucho peor gracias a su traslucida piel. Su corazón estaba latiendo muy fuerte y tenía los labios apretados, a pesar de lo lastimado que estaba no se quejaba.

—Dios mío, Lorena va a enloquecer cuando te vea. —Murmuró Blair quitándole los mechones de la frente— ¿Por qué te estaban golpeando, Roscoe? —Le preguntó y puso cada una de sus manos a cada lado de las mejillas de su hermano para girar su cara hacia ella.

—No es tu asunto, Blair. —Contestó bruscamente y así como habló, también sacudió su cabeza para librarse de su agarre.

— ¡Y una mierda, Roscoe! —Le gritó— ¡Es mi maldito asunto porque eres mi hermano! ¿Qué está pasando?  

Pero Roscoe decidió callar, se cruzó de brazos recostando su espalda del asiento. Blair se alejó un poco de él y miró a través del retrovisor la mirada confortante de Eugene. Sus ojos eran tan bonitos que ella podría verlos todo el día. Se removió en su asiento, inquieta. Cuando llegaron a su calle Eugene abrió la puerta para ellos, Roscoe tomó su mochila y se la colocó en el hombro, bajando tan rápidamente como le fue posible. Él era un guerrero, puesto que no se quejó ni un momento por el dolor. Eugene lo detuvo antes de que pudiera entrar a casa.

—Oye, oye amigo. —Puso ambas manos en sus hombros y se inclinó— Fue muy valiente lo que hiciste. La próxima vez puedes defender a tu hermana con palabras y evitarte el color morado en tu piel, aunque soy pacifista, debo admitir que también lo hubiera hecho por mi hermana, así que esto lo vale. —Él le dio unas suaves palmadas y Roscoe sonrió por un momento, antes de cruzar la calle para volver a casa.

Eugene miró a Blair y la ayudó a bajar de la camioneta, sus tacones resonaron en el pavimento y sus piernas temblaron un poco, pero Eugene la sostuvo— Eres una chica muy elegante Blair, haces que caer de mi vieja y sucia camioneta tenga clase. —Comentó. Blair se rió.

— ¿Eso se considera como un cumplido? —Levantó una ceja mientras conseguía su bolso apilado junto al de Eugene.

—Lo es. —Él asintió.

—Lamento el drama, con mi hermano y la pelea. —Se disculpó mientras colgaba su bolso en su hombro.

—Está bien, me tranquiliza saber que estuvimos ahí para detener todo. —Eugene se rascó la nuca— Blair, lo que la gente dice nunca tiene que influir en lo tú piensas de ti misma, lo sabes ¿no? —Blair asintió.

—Nunca me ha afectado lo que la gente diga de mí, ellos no saben cómo me siento y no tienen derecho a juzgar, así que no los tomo en cuenta, Eugene.

Él sonrió para ella, una sonrisa genuina de Eugene y cerró la puerta de la camioneta. Se acercó a ella y puso sus labios en la mejilla de Blair por unos segundos, tan inesperado fue que ella casi retrocede por la pequeña reacción eléctrica que causó— Eres muy valiente, Rain, admiro eso en ti.

—Ah... gracias. —Ella trató una vez más de esconder su sonrojo— Nos vemos mañana, Eugene. —susurró antes de correr a través de la calle para llegar la puerta de su casa y estar a salvo de sus sentimientos. Lo gracioso era que las cosas que estaba empezando a sentir por Eugene no solo la abrumaban cuando él estaba presente. No sabía si era algo bueno o algo terrible. Probablemente era ambas en diferentes aspectos.

Cuando entró, Roscoe estaba tirado en el sofá, tenía un filete sobre el ojo derecho, algo que parecía un ungüento marrón en el labio partido y más filetes sobre el estómago. Lorena tenía su cabeza sobre el regazo mientras le susurraba cosas amables, la mujer trabajaba rápido. Blair entró y dejó su bolso al pie de la puerta, luego se acercó para mirar a su hermano. Lorena le dio una mirada de preocupación a ella.

La vida después de la popularidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora