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Capítulo 5

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Blair estaba sentada cerca de la ventana, en los primeros puestos de la clase de inglés de la señorita Warwick.  Era extraño sentarse a la vista del profesor, se sentía más vulnerable que nunca. Pero no habían guardado su puesto usual en la parte de atrás. Y ella estaba tremendamente enojada por ello, sin embargo no había a quien reclamarle.

La señorita Warwick se movió frente a la clase, sin mirarlos, ella estaba concentrada en el libro que tenía en sus manos. Suspiró una vez más y levantó sus ojos cafés hacia la clase, la clase esperó que dijera algo, pero solo sonrió de manera indulgente. De todas las profesoras, la señorita Warwick era la más joven, tal vez estaba en los treinta o bien podía tener veinte y tantos y aparentar más. Siempre mantenía su nariz metida en un libro antes de comenzar cada clase y cada palabra que decía era pronunciada con dulzura. Era difícil sentirse intimidado por alguien como ella, pero el puesto en frente de la clase te deja expuesto y sensible a hasta el más pequeño acercamiento. Por simple que fuera la pregunta, el miedo a no saber la respuesta estaba ahí, golpeando los nervios.

—Comencemos. —Dijo y dejó el libro sobre su escritorio— Tengo una actividad especial para ustedes, y como sé que les encanta charlar, será en parejas, adelante. —Hizo un gesto con la mano y se movió de vuelta al escritorio.

El desorden dio lugar en el salón de clase. Se gritaron nombres aquí y allá, pero ninguno fue el de Blair. Ella vio a todo el mundo reunirse con sus parejas, pero nadie se acercó si quiera. Esto es lo que se siente estar sola. Pensó. Todos juntaron sus asientos, rieron, charlaron y Blair aun seguía cerca de la ventana, mirando hacia afuera porque sabía que nadie la escogería. Hannah no estaba en esa clase, Becky tampoco, no había nadie en quien ella confiara lo suficiente como para pedirle ser su pareja.

La señorita Warwick notó la soledad de Blair y se acercó a ella sigilosamente. Se apoyó del escritorio con sus brazos cruzados, frente a la rubia solitaria.

—Señorita Rain, necesita una pareja. —Le dijo. Blair giró su cara para mirarla y se acomodó el flequillo con los dedos.

— ¿Es estrictamente necesario? —Realmente no era problema de ella, era el problema de los demás, entonces no sabía ni por qué se preocupaba.

—Sí, es necesario, es una dinámica de grupo. Ya sabes, trabajo en equipo. Puedes conseguir a alguien, vamos. —Le animó la señorita Warwick, aun así Blair no pretendía moverse de su asiento para ir a rogarle a nadie.

— ¿Podría hacer una excepción por mí? —Preguntó suavemente.

—No lo creo, —La profesora sonrió condescendientemente— Aun falta alguien por llegar, envié a Eugene Pointer por unas copias, te aseguro que no se negará.

En cuanto oyó ese nombre sus ojos se pusieron en blanco, como automáticamente. No podía evitar ser despectiva cuando se trataba de su raro vecino, de ese chico adicto a los juegos de palabras extraños y de sonrisa inquietantemente abrumadora. La señorita Warwick rió un poco y negó con la cabeza. Cuando la puerta se abrió Eugene entró mientras tiraba de su flequillo, alisándolo hacia el lado derecho de su cara. Lucía como el día anterior; sonriente y muy alto.

Le sonrió directamente a él, luego caminó hasta donde estaba la profesora y le tendió el fajo de hojas que llevaba en sus manos. La señorita Warwcik las cogió y luego las puso detrás de ella en el escritorio.

—Eugene ¿Aceptarías ser la pareja de Blair en la actividad de hoy? —Interrogó. Blair no dijo nada, solo cruzó sus brazos y bajó su cabeza, refunfuñando como si su madre le estuviera pidiendo que compartiera un helado con su hermanito.

—Siempre. —Dijo él.

Y sonrió.

Siempre, siempre, siempre sonreía. Ese es su talento. Pensó Blair. Sonreír.

La vida después de la popularidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora