Josh se mira un grano en el autobús

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Al día siguiente cuando me subí al autobús para ir al instituto vi a Josh al final del autobús como siempre. Noté algo raro en sus brazos, no sabía el qué, pero al fijarme noté que en sus brazos ya no había marca alguna. Lancé una última mirada y me senté delante del todo.

Volví a mirar a Josh que ahora tenía los ojos abiertos como platos y el ceño fruncido mirando hacia mí. Luego pensé que lo que miraba era el espejo que tenía al lado y que se estaba mirando una espinilla que tenía en la nariz y que tenía cara de asombro porque no había notado que la tenía.

No le tomé importancia y continúe con lo mío.

Cuando llegué a mi primera clase, matemáticas, me encontré a Josh en lo que parecía ser su hábitat natural: al fondo de la clase. En vez de sentarme junto a él como últimamente lo hacia, me senté en la otra punta.

Miré hacia atrás, aunque no estaba segura de si hacerlo o no. Le miré: Me estaba mirando fijamente y con la boca entreabierta. Luego apretó los labios y bajó la mirada con los ojos entrecerrados y el rostro fruncido. No quise pensar en esa mirada, así que sólo presté atención a la clase.

En la siguiente clase, literatura, me volví a sentar lo más separada posible de Josh, no quería ser más una molestia para él. Aun así no pude evitar mirar. Esta vez estaba con los brazos apoyados en la mesa, la cabeza baja mirando al libro que, por cierto, estaba cerrado y apenas pestañeaba.
En mitad de la clase me volví para mirarle; él seguía con la misma pose. No estaba prestando atención a la clase, pero ¿por qué?

La clase pasó y llegó la siguiente, física y química, en la que yo no estaba con Josh, y la clase pasó normal como siempre.

Cuando usé las escaleras decidí usar las de la derecha aposta ya que sabía que Josh siempre bajaba por las del medio.
No pasó como yo pensaba para nada. Yo pensaba que iba a bajar las escaleras, ir a mi taquilla a dejar los libros y aprovechar el recreo para desconectar un rato, y sin embargo lo que pasó fue Josh. Josh al final de MIS escaleras. Josh cantándome, no muy bien desde el final de las escaleras.

-¿Quién es?

-Soy yo.-Canté cansada rodando los ojos.

-¿Qué vienes a buscar?- Siguió, ahora poniéndose las manos en el pecho y uno de sus pies en el primer escalón.

-Nada.- Pasé por su lado como si nada.

Él llegó corriendo hasta mí, y una vez me alcanzó, me adelantó y se puso a caminar marcha atrás mirándome.

-Pues ahora soy yo quien NO quiere estar sin ti.-Cantó por último cogiéndome de los hombros y haciéndome parar. Para expresar lo que no podía decirle le mandé una mirada significativa.

-¿Qué te pasa? ¿Tienes problemas para ir al baño? ¿Te duele la tripa?- Preguntó con cara de asco y preocupación.

Al parecer mi mirada significativa significaba estreñimiento.

-No me pasa nada, esa es mi mirada sexy.- Dije sarcásticamente.

-Qué yo sepa estás soltera. Ahora ya se por qué.- Se carcajeó.

No pude evitar otra risita.

-¿A que te gusta?- Dije poniendo la misma cara, en teoría de enfado y al parecer de estreñimiento.

Sabía que estaba tratando de alejarme de él, pero, es que,... Demasiado divertido como para irme sin más.

-No he podido evitar caer en tu red de seducción.- Dijo riéndose con más fuerza.

No pude evitar reír otra vez, pero esta vez más fuerte yo también.

-Nunca me había reído tanto.- Dije todavía riendo.

-Eso es triste, pero, ¿sabes que es más triste? ¡Que te cante en mitad del pasillo y ni siquiera me preguntes el por qué!- Gritó.- ¡Antes me dabas la tabarra! ¿¡Por qué ya no!?- Volvió a gritar desesperado.

-Tranquilo, no hace falta que grites tanto.- Dije poniendo las manos en frente mía en señal de paz.

-Me lo apunto, para la próxima gritaré un poco más bajo.- Dijo sarcástico entrecerrando los ojos.

-Vale.

Se quedó callado y al ver que no iba hablar, decidí hablar yo.

-¿Por qué me has cantado en mitad del pasillo?

-¡Ahhhh! ¡Ahora si que quieres saberlo! ¿¡ehhh!?- Dijo medio gritando.

-Tú me has dicho que lo hiciera. En realidad me has dado a entender que te lo pregunte, pero para mí es como si me lo hubieras dicho.- Empecé a delirar mirando al suelo.

-Sí, te lo di a entender, te pedí que me lo preguntaras o como quieras llamarlo, pero la decisión de hacerme caso o no ha sido tuya.

-Tienes toda la razón. ¿Vas a responderme?

-Por supuesto, si no no te habría incentivado a que me preguntases.- Empezó explicando.- No lo sé.- Terminó respondiendo.

-¿Enserio? ¿Para eso haces que te lo pregunte?

-Sí, y para llamar tu atención y que dejes de ignorarme.- Dijo.- No sé qué te he hecho, pero te lo compensaré.

-No has hecho nada malo.- Dije tocándome las manos mientras miraba al suelo.

-Cualquiera lo diría.- Su tono desprendía sarcasmo.

-¡Emmaaaaa!- Se oyó del final del pasillo.

Me di la vuelta para encontrar a la pedazo de zorra que me estaba llamando.

-¿Quién te crees tú para dejar mal a mi novio?- Dijo gritando.

-Pues una chica con suerte.- Dije poniendo la sonrisa más falsa que pude plantar en mi cara.

Se acercó a mí y me cogió de los pelos. Yo pegué un grito.

-Nunca he entendido por qué está mal visto pegar a las mujeres si no está mal visto pegar a los hombres.- Oí decir a Josh a mis espaldas.- Somos todos iguales, ¿no? Pues eso.

Y luego le pegó un puñetazo a Courtney que la hizo soltarme y caer de culo.

-Gracias.-

-Como siempre: De nada y tranquila.- Sonrió.

-Voy a contárselo al director.- Gritó Courtney mientras se levantaba.

-Cuando me expulsen una semana espero que te sientas mal por haber estado ignorándome.- Me dijo Josh con las cejas alzadas señalándome con un dedo.

-Vale, estaré sintiéndome mal.

-Eso espero, Emma. Eso espero.

-Vale, Josh. Vale.

Sonrió y sonó el timbre. Nos íbamos a ir, pero...

-¡Señor Duncan!- Escuchamos la voz del director detrás nosotros.

Josh se giró y yo decidí girarme también.

-¿Quién es el Señor Duncan?- Pregunté.

-Se refiere a mí, Duncan es mi apellido.- Respondió serio.

El director se nos acercó.

-Señor Duncan, venga conmigo a mi despacho- Volvió a llamar el director.

Josh se fue con él en silencio.

Me quedé sola en el pasillo y decidí subir a clase. Más que nada porque era lo que debía hacer.

Las últimas tres clases pasaron aburridas, además no supe nada más de Josh en el resto del día. Luego me fui a casa y me dormí después de cenar y ducharme.

La Enfermedad de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora