Se pronuncia "Umhumnhumun"

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Cuando Josh se fue, me fui a la cocina, cogí un pollo, lo especié y lo metí en el horno, el problema es que era muy grande, así que llamé a Josh por si quería comer conmigo. No lo cogió, así que imaginé que estaría duchándose y no pudo cogerlo. Al cabo de unos 15 minutos volví a llamarle y esta vez sí que lo cogió.

-¿Qué pasa?- Preguntó.

-Hola, Josh.- Le saludé.

-¿Eres una compañera de Alfonso?- Preguntó confuso.

-No. Soy Emma.- Fruncí el ceño.

-Ah. Hola, Emma.- Su tono fue contento esta vez.

-Hola.- Me reí.- ¿Quieres venir a comer?- Le pregunté.

-Eh... ¿Te importaría venir tú? Es que aun no me he duchado.

-Um...- No quería parecer cotilla, pero quería preguntar.- Entonces, ¿por qué no lo cogiste antes?

-Es que me llamaron por una broma de la radio.- Explicó.

-Ah, vale, pues ahora voy para allá.

-Gracias. Adiós.- Se despidió y colgó.

Me guardé el teléfono en mi bolsillo y fui a la cocina. Como el pollo ya estaba hecho lo metí en una cacerola enorme y me fui con él a casa de Josh.

Al llamar a la puerta Josh abrió y gritó.

-¡Comidaaa!- Y levantó los brazos hacia el cielo.

-Sí. ¿Te gusta el pollo?- Le pregunté sonriente mientras Josh se apartaba para dejarme pasar.

-Sí.- Sonrió emocionado. Casi parecía a punto de llorar.

-Perfecto.- Puse el pollo en la mesa del salón.- Ahora vuelvo, voy al baño.

-No tardes mucho, porfis. No sé cuánto tiempo podré resistirme al olor del pollo.- Dijo, y ni siquiera me miró mientras hablaba, solo tenía ojos para el pollo.

-Vale, lo intentaré.- Le aseguré y fui a hacer mis necesidades.

Tardé 5 minutos como mucho, pero cuando volví solo quedaba un cuarto del pollo y Josh tenía las manos y el morro manchados de salsa y grasa.

-Perdona.- Me miró triste apretando los labios tanto que se le pusieron blancos.

-¿Te has comido todo el pollo?- Pregunté asombrada.

-Es que era muy pequeño.

-Josh, ese pollo era casi tan grande como un pavo.- Casi grité.

-Pues parecía pequeño desde donde yo estaba.- Bajó la cabeza avergonzado y su tono se volvió más bajo.

-En fin... Voy a comerme lo que me has dejado del pollo.

-Perdón.- Me suplicó tirándose al suelo de rodillas.

-Te perdono, tranquilo. Al menos has sido tan amable de dejarme un cacho.- Le dije intentado quitarle importancia a su gran proeza casi imposible biológicamente hablando.

-En realidad me lo habría comido si no hubieses llegado a tiempo. Perdón. No podía controlarme. Soy una mala persona.- Habló y se tiró a mis pies.

-Bu... Esto...- Sacudí la cabeza para indicar que no quería decir "bueno".- Tranquilo.- Dije después de pensarlo mejor.

-No. Estás enfadada. Ibas a decir "bueno". ¡Eso lo demuestra!- Se aferró a mis pies rodeándolos con los brazos.

-No, es solo la costumbre, tranquilo, de verdad.- Le intenté tranquilizar.

-Vale.- Me soltó los pies, pero se quedó tumbado boca abajo con la cara pegada al suelo. Casi parecía estar muerto.

-¿Estás bien?- Le pregunté.

-Umhumnhumun.- Murmuró.

-¿Eso es un "sí" o un "no"?- Pregunté sin estar nada segura.

-Eso es un "Umhumnhumun".- Contestó.

-¿Y es español?- Volví a probar.

-Se escribe "Tumbado de cara al suelo", pero se pronuncia "Umhumnhumun".- Dijo y se dio un cabezazo suave contra el suelo.

-Vale...- Me rendí.- Pero, ¿estás bien?- Estaba realmente preocupada en este punto.

-Respiro y me late el corazón, que es más de lo que tú puedes decir, sin ofender, así que no te preocupes por mí.- Apoyó un moflete en el suelo para mirarme.- Come, que se te va a enfriar lo que queda del pollo.- Dijo.

-Vale.- Suspiré.

Cuando terminé de comer Josh seguía tumbado en el suelo.

-Enserio. ¿Estás bien?- Pregunté seria.

-Sí.- Respondió.

Se levantó aun un poco tristón y fue a sentarse en su sofá.

-¿Seguro?- Le volví a preguntar una vez más a riesgo de parecer una pesada sentándome a su lado.- No lo parece.

-¿Me estás llamando feo?- Frunció el ceño en mi dirección.

-No te estoy llamando feo.

-Entonces enfermizo.- Dijo indignado.

-Tampoco.

-Entonces no sé por qué no te parece que esté bien.- Sonrió y me di cuenta de que me estaba tomando el pelo.

-Digo que no parece que estés bien refiriéndome a que estés bien.- Fruncí el ceño analizando que lo que acababa de decir era una completa estupidez.

-Lo sé, pero mola confundirte.- Se rió.- Y más si luego te confundes más tú sola.- Añadió refiriéndose a lo que acababa de decir.

-Ah. Pues, gracias.- Dije sarcásticamente.

-Tómatelo como un cumplido.- Sonrió y se puso serio de repente.- Ahora, fuera de mi casa.- Dijo de improvisto.

-Pero... ¿Por qué?- Pregunté aun más confundida que antes.

-Me voy a duchar otra vez. Estoy lleno de grasa.- Se levantó y me empujó hasta a puerta.- Gracias por el pollo. Adiós.- Me besó la mejilla y me cerró la puerta en la cara. Yo solamente sabía que tenía una mancha de grasa en la mejilla que Josh me había hecho cuando me había besado, lo demás era muy confuso.

Me quedé mirando la puerta con el ceño fruncido un rato, luego me di cuanta de que tenía la cacerola con la que había traído el pollo en las manos y no sabía cuándo había llegado hasta ellas exactamente. Después di media vuelta y me puse a caminar para llegar a casa y ponerme a leer.

Después de 2 horas leyendo, me duché, me cambié las vendas como había visto a Josh hacerlo, y continué leyendo una hora más.

La Enfermedad de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora