La gran cagada

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Al despertar al día siguiente noté que mi padre ya no estaba. También me di cuenta de que había dormido con la ropa de Josh. Me la quité para meterla en la lavadora y mientras se lavaba me vestí y desayuné.

Al acabar de desayunar la lavadora ya había terminado. Metí la ropa en la secadora y cuando terminó salí para ir a casa de Josh.

Al llegar llamé a su puerta. La puerta se abrió y mostró a Josh en calzoncillos y con los ojos entrecerrados por el cansancio.

-Toma, esto es tuyo.- Le dije mientras le daba su ropa.- Creo que ahora mismo la necesitas.- Repasé su cuerpo con la mirada.

-¡Eh! ¡Chst! ¡Los ojos están aquí!- Me riñó señalando sus ojos con los dedos índice y corazón de una mano.

-Vale... Esto... tu ropa todavía está un poco mojada, pero se secará rápido si la tiendes.-

-Vale, gracias. Pasa si quieres, de todos modos pensaba ir a buscarte.-

-Joe, qué coincidencia.- Entré a su casa y él cerró la puerta.- Gracias.

-De nada. Ponte cómoda.- Y se fue al baño.

Cuando se fue me senté en el sofá a esperarle. Al final Josh salió ya vestido y con el pelo húmedo.

-¿Has estado ahí quieta desde que me fui?- Frunció el ceño.

-Sí, no sabía qué hacer.-

-Vale.- Se encogió de hombros.- ¿Vamos?-

-¿A dónde?-

-Adonde tú quieras, así seguro que no la cago.- Sonrió orgulloso por su brillante idea.

No pude evitar soltar una carcajada.

-Vale, pues...- Me quedé un rato pensativa.- Podemos ir a dar un paseo.

-Usted primero, señorita.- Dijo abriéndome la puerta de su casa.

-Gracias.- Le hice una reverencia.- ¿Y dónde vamos a dar el paseo?- Le pregunté cuando salimos de su casa.

-No me lo preguntes más veces, ya te he dicho que hoy eliges tú para que yo no la cague, así que, venga, elige.

-Vale. Pues... vamos al centro comercial a mirar ropa.

-Eso me pasa por dejarte elegir. Vamos. - Dijo bajando la cabeza abatido.

-Es lo que tiene.- Me reí.

-Ya lo veo, ya.- Me dijo y continué riéndome.

Todo el camino fue silencioso hasta llegar al centro comercial.

-¿A dónde vamos primero?- Pregunté.

-Y lo vuelves a preguntar.- Josh resopló.- A donde quieras, ya lo sabes.

-Yo solo lo he preguntado. Pues... Vamos a la primera tienda de ropa que encontremos.

-No tenía intención de ser borde, lo siento.- Me miró.- Entonces, vamos a esa misma.- Y empezó a caminar.

-Vale.- Le seguí.

Cuando llegamos en la tienda nos detuvimos un momento.

-Voy a mirar por allí.- Señalé una zona en la que había vestidos de todos los colores posibles.

Josh le echó un vistazo a la tienda antes de volver a fijar su mirada en mí y sonreir.

-Vale, te acompaño y me dejas elegirte un vestido para probarte, luego tú me puedes elegir algo también. ¿Trato?-

-Venga, vale.-

Josh se fue corriendo entre las prendas y le perdí de vista. Decidí ir a buscarle y le encontré 5 pasillos más allá. Un vestido rosa con flecos en los hombros era sujetado por una de sus manos y Josh me miraba asintiendo lentamente y sonriéndome maliciosamente.

La Enfermedad de CristalWhere stories live. Discover now