55.- Las reliquias de la muerte

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Luna Lovegood estaba terminando de darle los últimos toques a su sorpresa para Harry. Llevaban poco más de 2 meses como pareja oficial (un poco más si contaban ese mes en que solo se estaban conociendo "mejor") y quería hacerle algo especial a su novio, así que rescato una receta de su madre del postre preferido de Harry, tarta de melaza. Draco le presto a Dobby para hacerle una cena.

Ahora que Hadiya y Severus estaban "conociéndose mejor", Harry y el grupo de "casamenteros" ya no ocupaban la cámara de Slytherin como centro de reuniones, y ya que Severus tenía el mapa del merodeador, Harry y Luna habían convertido la cámara en su "lugar especial". Luna era especialmente buena en hechizos hogareños, ya que cuando su madre murió, ella fue quien se encargó de la casa para que su padre pudiera vivir su duelo hasta estar listo. Eso a pesar de que Luna apenas era una niña.

Esa situación no duro mucho, su padre recordó un par de semanas después, que él era todo lo que le quedaba a Luna y se levantó, aun así, Luna siguió ayudando a su padre con las cosas de la casa donde él no tenía "ese toque" especial y empezaron su vida sin su madre. Cuando Luna cumplió 11 años, su padre cocino para ella un pastel y ella sintió el sazón "de su mamá".

Su papá le dijo que el pastel lo cocino con la receta de su mamá y le entrego su segundo obsequio, un libro de recetas escritas a mano por su madre. Su madre era una bruja que le gustaba experimentar, y fue un experimento el que acabo con su vida, pero esa vena de curiosidad, también la traslado a la cocina e hizo sus propias recetas o variantes de otras. Luna adoraba ese recetario de su mamá.

Harry le gusto desde que lo vio cuando llegó a Hogwarts, pero no se atrevía a acercarse, no directamente al menos. Sus compañeros la llamaban rara y pensó que quizás a Harry no le gustaría ella por ser "rara", así que se dedicó a observarlo a la distancia. Pero cuando el año pasado conoció a Neville, tuvo por fin un amigo que no la veía "raro". Luego en el verano se siguieron viendo de vez en cuando y este la presento en el tren.

Luna casi salta de emoción, ya que por fin estaba cerca de Harry. Ni siquiera pensó que eso podría llegar a pasar. Podría haberse conformado con eso, Harry la incluía en sus salidas con sus amigos a veces, la saludaba de vez en cuando y cuando ella se sentaba en su mesa, la incluía en las conversaciones. Entonces él le pidió que salieran "como amigos". Y las cosas se dieron.

Ahora era su novia y era muy feliz, aunque sabía que eso la ponía en peligro. Ser la novia del niño-que-vivió era como ponerte una diana en la espalda, pero Luna pensó que el riesgo lo valía, Harry era interesante por sí mismo, aun sin el título que le imponían. Por qué en opinión de Luna, alguien capaz de ponerle de nombre Fluffy a un cerbero y Caribdis al calamar gigante, además de haberlo vuelto adicto a los panques de naranja, era alguien a quien ella debía conocer mejor.

—Dobby, algo le falta a la mesa. Quizás algo romántico como un candelabro, ¿Sabes dónde podemos conseguir uno? —.

—Dobby sabe, acompáñeme ama—.

Dobby tomo a Luna de la mano y los apareció en una sala llena de miles de objetos "ocultos".

—¿Qué es aquí Dobby? —.

—Los elfos la llamamos la sala que viene y va, el amo Harry la llama sala de los menesteres, aquí se ocultaron el año pasado los amos para ayudar con las pruebas al amo Harry y al amo Cedric—.

—Es una sala interesante Dobby, ¿Me ayudarías a buscar un candelabro? —.

—Si ama, Dobby ayuda—.

Entre ambos estaban revisando diversos cachivaches, no les costó encontrar un candelabro, pero ninguno se veía en buen estado. Luna entonces empezó a revisar una especie de closet cuando vio un maniquí con una peluca y encima de ella una diadema.

Una Serpiente De PelucheWhere stories live. Discover now