Capitulo 11

682 78 14
                                    


Dos días después, Eitan se encuentra llegando al castillo en su carruaje con varios soldados de su reino escoltándole. Se le puede ver desde lo más alto del castillo, donde el rey, junto a los amigos de Olympia, se encuentran observándole.
           

La expresión de Alexander grita el odio que siente hacia esa persona, mientras que la expresión de Daymon es calmada, aunque sus ojos rugen de rabia.

Ambos se encuentran vestidos elegantemente con sus espadas colgadas del cinturón. Van a proteger a Olympia en caso de que el necio de su hermano intente ir contra ella en cuanto la vea, aunque ellos saben que ella ya va armada casi hasta los dientes y ella sola es mejor defendiéndose, que ellos dos juntos.

Rune contempla en silencio las expresiones de ambos chicos y como de forma inconsciente llevan sus manos al mango de la espada. Los ve en guardia y preparándose para saltar si es necesario, y eso que el carruaje aún se encuentra lejos, no sabe cómo reaccionaran cuando estén en la misma sala.

Cuando contemplan que el carruaje está llegando, los tres emprenden su camino hacia la sala del trono, donde recibirán a Eitan. Ninguno sabe cómo resultará, tampoco cómo reaccionará ante su hermano cuando vuelvan a verse las caras.

Rune cree que entrará en shock y quizá rompa a llorar como le pasó hace dos días. Mientras que sus amigos tienen miedo de que se deje llevar por sus instintos y se vuelva loca, si eso ocurre la cabeza de Eitan estará rodando por el suelo antes de que alguien pueda impedirlo.

Los tres quieren ver a una Olympia fuerte, imponente y calmada, que le muestre madurez y confianza. Que con solo una mirada le haga tener miedo, miedo de perder el reino, porque lo hará.

Al llegar a la sala ya se encuentran allí los padres de Rune y sus hermanos pequeños, un par de guardias reales custodiando cualquier salida y su mano derecha.

El silencio es abrumador, pero no más abrumador que la tensión que se palpa en el ambiente. Daymon jura que, si desenvaina su espada y la agita en el aire, será capaz de cortar toda esa palpable tensión.

Siente a todo el mundo tenso y eso que ni siquiera ha llegado la princesa, cuando ella llegue cree sin duda que el ambiente se volverá el doble de cargante, incluso insoportable.

- ¿Dónde se encuentra Oly? – pregunta Alexander en un susurro al moreno.

Daymon se encoge de hombros. Él tampoco sabe dónde se encuentra, no la ha visto desde la noche anterior, ni siquiera la ha visto hoy desayunando con ellos.

Antes de que Alexander vuelva a preguntar, la puerta se abre y a lo lejos es capaz de divisar la burlona sonrisa de Eitan, el cual es acompañado por dos hombres, uno de ellos también conocido. Es el primo de Eitan y Olympia, quien era la oveja negra de la familia por ser conocido como alguien cruel y despiadado, capaz de maltratar a alguien que aprecia.

Cuando Eitan divisa a Alexander y a Daymon a la lejanía, su sonrisa se ensancha, se ensancha tanto que muestra sus dientes y su expresión comienza a crear malestar en Rune, que ni siquiera ha podido conocerle en persona hasta ahora y ya comienza a notar porque le tienen tanto desprecio.

Lo que más le sorprende es el escaso parecido con Olympia, más bien nulo, no solo por la posible diferencia en personalidades, que tanto Daymon como Alexander le han dejado claro que la hay, sino algo más físico, no puede ver nada de Olympia en él.

- El rey de Peirl y su mano derecha, Oliver Brood – declara uno de los soldados con los que iban, hasta dar un paso atrás.

Rune da dos pasos al frente y presenta a todos los presentes, dejando para el final a los amigos de Olympia, sin dejar de preguntarse dónde se encuentra ella y por qué no ha aparecido aún.

Lucha de coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora