Capitulo 22

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     Termina de colocar la silla de montar a su caballo cuando por fin aparece su padre, la noche anterior su padre le había pedido que apareciese a primera hora de la mañana para prepararse, iban a irse inmediatamente al lugar que Dorian le había mencionado hace una semana atrás.

     Olympia se sorprende al ver algo que jamás había visto en él, una corona sobre su cabeza, sin piedras preciosas y muchos adornos, tan solo una corona que simulan unas delgadas ramas y hojas en sus puntas.

- ¿Y esa corona? – cuestiona en cuanto su padre se encuentra a su lado.

- Mi corona, bueno, debería mencionar que es la que llevó mi abuelo antes de que tu bisabuelo se encargase de asesinar a toda mi familia, es necesaria para el viaje que vamos a emprender – de una bolsa de seda negra saca otra, pero con una piedra preciosa azul en el centro y cuyas ramas, en vez de ir hacia arriba, van hacia abajo, para cubrir parte de la frente de la portadora – esta es para ti.

- ¿Una corona de reina?

     Dorian asiente con la cabeza y con sumo cuidado la coloca sobre la cabeza de su hija, la reina de los haers y futura reina de Peirl. Un sentimiento de orgullo y fascinación comienza a invadirle el pecho, frente a él se encuentra una copia de la mujer que amó, se encuentra aquello que surgió de su amor y no puede sentirse más orgulloso de verla convertirse en una increíble mujer.

     Con esa corona sobre su cabeza deja de parecer tan solo una aldeana corriente, aunque nunca lo fue incluso sin su corona, ahora parece alguien brillante, poderosa, parece una reina capaz de reinar a la perfección un reino.

     Su hija ya ha crecido y aunque nunca pudo verla siendo tan solo una niña, se siente completamente feliz de poder estar presente en su transición a una mujer.

Sé qué si pudieses verla, tu pecho se inflaría tanto de orgullo como el mío en este momento.

- ¿Por qué debo usar una corona? Jamás he llevado más que tiaras y eran en las fiestas reales que se realizaban en el castillo.

- El sitio que vamos a visitar es un lugar sagrado, solo aquellos con sangre real pueden entrar, estas coronas son prueba de aquello.

     Dorian se monta en un caballo negro y con tan solo un gesto le pide a Olympia que se monte sobre el suyo, una preciosa yegua blanca con una mancha marrón sobre su hocico.

     Y aunque Olympia necesita respuestas y está deseando que Dorian le hable sobre el lugar, decide permanecer en silencio mientras se encuentran saliendo del poblado, así como su padre parece querer hacer.

     Supone que no es un sitio que deban conocer los aldeanos y está segura que ni siquiera le habló a Haeri sobre aquel lugar, de haberlo sabido ella misma le habría hablado sobre aquello y la tarde anterior parecía no saber nada.

     Cuando se alejan lo suficiente del poblado y comienzan a adentrarse al profundo bosque, Dorian retoma la conversación, aunque no sin antes haberse asegurado de que nadie había decidido seguirles o hay alguien en los alrededores.

- La ceremonia de coronación que realizamos hace unos meses era tan solo mera formalidad. Debes presentarle tus respetos a los antiguos dioses para que ellos te permitan reinar a los haers y te otorguen el poder real.

- Poderes que tu mismo me dijiste habían desaparecido generaciones atrás.

- Eso es cierto Olympia – da una rápida mirada a su hija, que se encuentra con su ceño fruncido sin apartar los ojos de su padre – desde el reinado de mis abuelos no ha nacido nadie con poderes en la familia y todo aquello tiene una explicación.

Lucha de coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora